ABR.19. EL ANSIADO FRESCO, de José Manuel Molina
Lo trajo la lluvia y su presencia provoco una explosión en nuestros aletargados sentidos y en el sofocante paisaje, era el primer signo de que el verano empezaba su declive.
¡Era el fresco!
Que suaviza los cálidos efectos del terral, que inunda el ambiente de olor a tierra húmeda, que acalla a la chicharra y que despierta a una orquesta de animales con nuevos sonidos. Son estos momentos los que vale la pena sentir con todos los sentidos y vivir con nuestro cuerpo. Yo os veo ajetreadas marionetas sin alma y no os envidio, al contrario, me invade una pena tan grande porque con vuestras prisas os habéis olvidado de vivir y sentir el mundo que os rodea.
Vosotros que estáis en vuestras ciudades de espaldas al campo y a vuestra raíces no apreciáis lo bueno de la vida, las pequeñas cosas, que como la bajada de temperaturas que trae la lluvia con la primera tormenta del verano hacen realmente que merezca la pena vivir y sentir, sobretodo sentir.
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