127. De amarillo sol de verano
Todo comenzó en la arena de la playa, tumbada en la toalla atusaba su pelo…
—¿Cómo explicarte el placer de atusarte?
El bucle se repetía una y otra vez.
—Aunque suenen a infinitos mis besos.
Las caricias traspasaban la piel sudorosa, y los dos estallaban en risas y más risas, pues la novedad les excitaba mucho, y sin poder evitarlo volvieron a reír… y por fin conocieron el éxtasis de su amor, sí, amor, en este paisito amarillo de sol, verde y rojo pasión, y azul cielo de verano.
—Yo te entrego mi yo más yo, mi piel y mi cordura…, puesto que sus almas la habían perdido — me ha costado mucho llegar hasta aquí compañero.
Y toda una vida virgen por delante.
—Prometiéndonos aquí, este paisito amarillo de sol.
En este que es el final del día y del verano.