F25. LOS PELIGROS DEL BOSQUE, de Lagestroemia
—Caperucita, coge esa cesta con provisiones y llévasela a la abuelita. Llevas varios días sin ir a verla y ya sabes lo sola y desamparada que está. No te entretengas por el bosque; merodea el lobo y podría comerte. Ataca, sobre todo, a los niños y a los ancianos.
—Ya voy, mamá —responde, sumisa, la niña.
Y así, alegre por volver a casa de su abuelita, la pequeña alcanza las estribaciones del bosque. Allí, se entretiene observando los rojos y blancos de una amanita muscaria, gira la cabeza para guiñar un ojo al verderón serrano que gorjea, sonríe a la lagartija que repta, se sienta en el mullido musgo que tapiza la sombra del enorme roble y se empapa del variado embrujo nemoroso.
De pronto, le viene a la memoria el peligro anunciado por su mamá y, olvidando las mil tentaciones que le ofrece la foresta, reanuda el camino. Siente hambre y tentada está de tomar alguna golosina de las que lleva, pero, desiste.
Tam, tam, tam.
—¿Quién es?
—Soy yo, abuelita, ábreme. Te traigo una cesta con provisiones.
—Hola hija, ¿qué tal estás?
—Bien, abuelita, bien, pero estoy hambrienta. ¿Qué tienes, hoy, para comer?
—Estofado de lobo.
Y?
Isabel, hija; ¿a qué viene esa conjunción interrogativa? ¿Y?
Lo siento cariño, pero si no eres capaz de enteder ese sencillo cuento…
Un cuentista
¿Y? ¿Y tú me lo preguntas?
En el silencio de la noche oscura sale de… , un cuento es un cuento, (también en la claridad del día), y éste en que se juega con el papel de los protagonistas, también, sin necesidad de explicaciones.
El gran Alfonso Sastre (ojalá no me traicione la memoria) contó el día de su homenaje en Hondarribia que desvió, nada menos que en Suiza, la puntería de Guillermo Tell, de tal guisa que el protagonista erró en el teatro su disparo a la manzana con la ballesta . Lo dijo a propósito de que no tenemos que temer el servirnos de lo que ya está escrito. ¿Qué de raro tiene que la abuela domine al lobo?
Todos los cuentos seleccionados son estupendos, así que el voto lo tengo difícil, pero a esta hora del mediodía en que mi vientre ruge… lo mismo me decanto por un guiso.
Arrendajo
No entiendo tu comentario a este cuento con un «Y?» Es un relato que funciona bien: el final desmonta todo el planteamiento del relato, porque tanto protagonistas como víctimas se cambian los papeles en la última frase. Yo no soy el autor del relato, pero a mí me parece bastante digno.
Me alegro mucho de que este relato esté entre los seleccionados pues lo considero ingenioso. No sólo el autor se ha saltado los cánones habituales del cuento, sino que además le ha introducido una chispa de humor; de manera que el final, además de ser sorpresivo, es ingeniosamente ocurrente. Lo siento Isabel, pero no entiendo tu interrogante “Y?”.
Fdo. J. J.
En primer lugar, felicidades a todos los seleccionados y, en especial, a Lagestroemia, por su relato.
Por otra parte, a la organización del concurso, por la iniciativa y por la paciencia y tesón mostrados al leer tantísimos cuentos… (yo llevo sólo 10 y ya estoy cansada).
Finalmente, sobre el parco, lacónico y polémico «¿y?» de la comentarista Oliva sobre el texto del lobo, le obsequio con un pequeño cuento, que sirva como homenaje a mi compañero Lagestroemia, cuyo escrito sigue la estela de grandes escritores como Quim Monzó y su reinterpretación de los cuentos clásicos. ¡Va por ti, Isabel!!
Colorín colorado
El cazador perdonó al lobo y el animalito se comió a la abuela y a Caperucita y sigue, cuento aquí cuento allá, saciando su voraz apetito.
Un saludo de Lamia (no elegida pero orgullosa de haber participado).
Dos mujeres valientes y un cuento nuevo.
Felicidades.