707. LA CIENCIA DE LULO, de Abeto Real
Lucía el tímido sol de invierno en el jardín de Lulo. Ocre sobre verde, torcaces y un pardal. Sentado, observaba el aleteo incesante de una mariposa sobre su flauta de madera.
— ¡Quieta, mariposa! ¿Acaso conoces las estrofas que con ella se pueden entonar? Ven, te enseñaré una cosa y hoy mi amiga serás.
— ¿Sabrías volar en Do? ¿Y en Re? ¡Más difícil es en Fa! —Silencio. La mariposa quedó suspendida ante las palabras del niño. Y fue el leve meneo de su cola lo que le hizo sonreír al chaval.
— ¡Bien! Hagamos una prueba —propuso al animal. Y soltando a su amiga, comenzó a tantear una bella melodía.
— Comenzaremos con Do: Tu, turá, tu, turá…, —entonaba Lulo. La mariposa describía curvas con su vuelo. Una, y otra más hasta que aprendió.
— ¡Estupendo! Ahora con Re: Tu, turá, tu, turá…, —insistía el muchacho. Y su amiga describió una llamativa espiral. Así, hasta modular todos los acordes conocidos hasta formar una sección dorada, regla áurea sin igual. Y despidiendo a su nueva amiga, quedaron para siempre en prorrogar.
— ¡Adiós, mariposa! ¿Cómo te llamaré?
El animal trazando cuatro órbitas en el cielo contestó:
— Llámame do-re-mi-fa.
Y Lulo fue feliz. Lulo no deseó más.
¡Genial! suerte en el concurso.
De «Tejado»