706. MELODÍA FORESTAL, de Cárabo 2
Bailaban todos, pero llueve y ya no bailan. Solo dos. En medio del claro, rodeados de sombras de salvajes.
Él guía, ella le sigue. Llueve a cántaros pero calados hasta los huesos no pueden parar de mover las piernas y los brazos. Cerraron los ojos y entraron en trance.
Los demás, a cubierto entre árboles, no pueden tampoco dejar de mirarlos. Es una suerte de abrazo energético sideral.
No va a parar de llover. Seguirán bailando aún sin música, les basta con tener el cielo abierto y el viento. Y los sentidos receptivos a los sonidos y esencias sonoras del bosque.