693. INSTANTE MÁGICO, de Muérdago 3
Los goznes gimieron mientras abría las hojas de la vieja ventana de madera y un penetrante olor a bosque húmedo invadió la estancia. Respiré profundamente, sentía como mi interior resucitaba. Comenzaba a alborear, el cielo se teñía de color calabaza, las gotas de rocío se deslizaban perezosamente a lo largo de las hojas de los viejos arboles, perdiendo el equilibrio y besando el suelo. La alfombra de hojarasca expelía su espíritu que lentamente se elevaba hacia el cielo diluyéndose en vaho. Los mil y un diversos aromas que me abrazaban se alojaron en cada poro de mi piel. La brisa me susurraba al oído una sinfonía interminable. Mis pupilas se ahogaron en los recuerdos. Fui feliz. Por un instante, había podido formar parte aquel escenario.