51. Rosa ajado (Edita)
He crecido, y el rosa bebé de mi piel, que tanto le gustaba, desapareció. Por eso debe acariciarme o darme palmaditas y pellizcos; para recuperar el color perdido, según dice. A veces me desnuda a ver si mejoro. No creo que sirvan de nada sus experimentos, pero callo por no disgustarlo.
Hace una semana o así, me hizo chupar una cosa con los ojos cerrados. Era el remedio definitivo, por lo visto. Aquello no me gustó y se lo conté a mamá cuando volvió del trabajo. La cara que puso asustaba mucho. Después de abrazarme con fuerza, se fue pasillo adelante llamando a gritos al abuelo.
Desde entonces, no vive con nosotros ni he vuelto a verlo. Si pregunto por él, se ponen todos tristes y dicen que lo olvide. Yo pienso que le ha pasado algo al pobre, y me lo ocultan porque soy pequeña.
Aprovecharse de la inocencia infantil es una salvajada sin paliativos, propia de una mente enferma, como poco, ante la que no cabe ningún tipo de indulgencia ni comprensión. Si a ello se le une el agravante de parentesco, es del todo comprensible la reacción de la madre de tu protagonista, además de las consecuencias posteriores para ese abuelo pervertido y perturbado.
Un relato bien llevado hasta el final, que a pesar de estar escrito bajo el prisma de una pequeña, logras que, hábilmente, lo leamos con ojos de adulto. Tres breves párrafos para narrar un episodio que no puede dejar indiferente.
Un abrazo de verano y suerte, Edita
¡Qué sería de nuestros relatos sin tus comentarios!
Tan puntual y generoso como de costumbre. Muchas gracias.
Siempre así, lavando cerebros, y eso todavía está presente, creo que se hace hasta sin pensar que no está bien. Un beso.
Muchas gracias por leerme y comentar.
Mi comentario anterior no era para tu relato. Lo siento mucho, además queda horroroso.
Es muy duro lo que cuentas, pero lo haces desde la mirada de la niña y te ha quedado muy sutil. Y a pesar de la sutileza te llena de rabia. Un beso, y perdona el error.
El abuso – cosa aberrante si las hay, y más si es, como en este caso, abuso intrafamiliar -contado desde la inocencia misma…
Felicidades, EDITA; el tuyo es un «Rosa ajado» que impresiona y no deja indiferente.
Cariños,
Mariángeles
Muy agradecida por tu lindo comentario.
Qué bien has contado esta tremenda historia, con la voz de la pequeña víctima, Edita. Enhorabuena y gracias por compartirlo.
Gracias a ti por tus palabras y tu tiempo.
Lo has contado tan bien, que me has puesto los pelos de gallina.
Mucha suerte y un abrazo.
Los pelos, la piel, qué mas da; ja, ja , ja… el caso es que me has impresionado.
O las plumas de punta. 😀 😀 😀 Muchas gracias por dejarte impresionar tan bien.
Hola, Edita.
Relato durísimo, a pesar de ser contado desde la perspectiva inocente e infantil de la víctima.
Da escalofrío pensar que estén ocurriendo cosas así.
Bicos.
Sí, una pena que el relato, siento totalmente ficticio, resulte realista y actual. Muchas gracias.
Impactante relato, por lo que cuentas y por cómo lo cuentas. El punto de vista es, más que nunca, fundamental para crear el efecto de espanto que causa tu historia.
Suerte y abrazo,
A mí me impacta tu comentario. Y me encanta. Muchas gracias.