70. BUEN PROVECHO
Mientras lo estoy preparando, me produce una intensa sensación de placer acariciar su suave, tersa y sonrosada piel de criatura recién nacida, solamente alimentada con la leche de su madre. Sus ojos abiertos me miran asustados pidiendo una imposible clemencia.
Miro luego a través del cristal. Su piel va adquiriendo un suave tono dorado a medida que se va tostando. Imagino las mollas de sus piernitas mantecosas, crujientes por fuera y tiernas y jugosas por dentro. Se me hace la boca agua sólo de pensarlo….
Cuando saco del horno la bandeja, un delicioso aroma se expande por la cocina.
El cochinillo asado está en su punto.
¡Qué desgarradora manera de engañar al personal! 😀 Cuando vuelva a Segovia, comeré otra cosa.
!Qué susto! No veas la angustia y el «no puede ser». Muy bueno.
Como soy nueva en estas lides hasta ahora no me había dado cuenta de los comentarios publicados, que agradezco muchísimo y me motivan a seguir en el camino.
A partir de ahora, que ya sé como funciona la cosa, seré más participativa.
Un saludo
¡Madre mía, cómo nos lías! Aunque de un horripilante ogro pasamos a un comensal, puede que veamos distintos los cochinillos a partir de ahora…
Saludos!
Carme.