104. Ya no le gusta tanto (JM Valls)
Se despide de ella besando la parte inferior del teléfono, clavándole el sonido de cada beso en el oído, como si fuera una suave garra.
—Te quiero. Vuelve pronto.
—Yo también te quiero —responde ella, y estampa sus labios rosa en el auricular, como un sello indeleble.
Todavía parece que lleva clavada la garra mientras se envuelve en la toalla del hotel, sale del baño y avanza a tientas por la habitación hasta encontrar la cama. Se acuesta y rodea con sus brazos el interminable cuerpo del hombre que duerme hace rato a su lado. Lo observa unos instantes, ahueca la almohada y piensa que, a estas alturas de la noche, ese hombre ya no le gusta tanto.
Jesus, parece que este juego amoroso está muy claro para ella. Suerte y saludos.