106. La piel del pecado
Le excitaba verla vestida de ese color sabiendo que era una virgen. Se imaginaba tocando sus formas de rosa hecha cristal, como una confitura, ocultas bajo la túnica encarnada. Pero debía conformarse con ver su rostro y un ramillete de dedos que apenas sobresalían de la ropa. A pesar de sus intentos por formar parte de su cortejo, solo a las mujeres se les permitía desnudarla y vestirla. Pero el deseo fue tanto que lo llevó a cometer aquel sacrilegio. En medio de la noche, irrumpió en el recinto sagrado donde estaba recostada para la siguiente muda y le levantó el vestido hasta la cintura; en lugar de hallar la pulpa sonrosada de su intimidad, contempló, a la luz de un “culito” de candela, un esqueleto. A los gritos, acudieron el cura y varios feligreses y lo encontraron atrapado entre los alambres del armazón que conformaba la estatua mariana.
Patricia, muy imaginativa esta rocambolesca historia. Suerte y saludos
Muchas gracias por tu comentario. Te lo agradezco mucho que hayas pasado por aquí.