636. LAS MARZAS, de El Madroño
A primeros de marzo tuve la suerte de asistir a la recuperación de una fiesta tradicional: «Las marzas».
Nos reunimos en la iglesia al anochecer.
A la hora indicada se apagaron las luces y escuchamos ruidos que procedían del bosque cercano: campanos de las vacas, silbidos, griterío de gente que se acercaba.
Las voces cada vez se oían más cerca, hasta que un grupo de campesinos, hombres y mujeres, ataviados con albarcas, medias, boinas, palos y trajes tradicionales, entró en la iglesia aún a oscuras. Portaban cestas con chorizos, quesos, empanadas, vino, pan…
Se colocaron en semicírculo y comenzaron a cantar. Se acompañaban con panderetas, castañuelas, palos e instrumentos caseros.
Cuando alguien se acercaba a engrosar sus viandas, cantaban otra canción con más ahinco.
El alboroto fue tal que el grupo era de veinte y parecían sesenta.
Estuvieron deleitándonos, por espacio de una hora, con canciones montañesas, de ronda, picadillo y escenas teatrales.
Al finalizar actores y espectadores nos reunimos en la plaza y dimos buena cuenta de las provisiones de las cestas y de otras muchas aportadas por los asistentes.
Una velada inolvidable, recordando las tradicionales «marzas», cantadas antaño en las aldeas de Cantabria.