617. CONFESIONES DE UNA ARDILLA EN EL ÁRBOL, de La Rana del Roraima
Que bonito al despertar y escuchar el cantar de las aves, a veces no se logra distinguir el pequeño sonido que hacen los amigos del bosque. Así como la pequeña y hermosa princesa hacia los árboles se ha escapado para conocer a sus amigos, en este fruto tan divino que el creador nos ha regalado. ¿Por qué no preservar lo grandioso que nos han dado? ¿Por qué maltratan lo que ha estado persevero mucho más tiempo del que nosotros hemos logrado tocar las hojas del suelo? No tenemos derecho alguno de juzgar ante la imponente tierra bendita, los bosques que son la grandeza vibrante entre los que amamos la paz. La verdadera razón de la tranquilidad mía, es estar sin la agonía de lo que pueda pasar. Mis bosques son la cobija, el tranquilo refugio que me cubre ante tanta maldad. Debemos darnos cuenta de que el mismo cantar de las aves, es el mismo cantar del corazón que desea gritar para podernos unir como hermanos y discernir lo bueno de lo malo.
Muy lindo!