61. BLANCO Y MARRÓN.
Me gustan los dulces. Combinan colores que los hacen apetecibles al paladar. Rojos de fresas con blancos de nata, verdes y amarillos de frutas como adorno.
-Me gustan los dulces, dijo Jazmín con la nariz y las manos apoyadas contra el cristal de la pastelería.
-¡Loto, entremos a tomar pasteles! Mira qué bonitos están pintados de colores.
– A mi así no me gustan, las capas de fondant hacen que parezcan juguetes más que pasteles.
– Pero Loto ¡están tan bonitos! Anda vamos a entrar aunque solo sea para verlos de cerca.
El aroma a dulce chocolate caliente mezclado con el de mantequilla y mil esencias orneadas impregnaron nuestros sentidos al abrir la puerta.
-¿Qué queréis? Preguntó una camarera acercándose a la mesa que habíamos ocupado.
-Un par de raciones de tarta de frutas y dos tazas de chocolate, dije.
– Este local tiene reservado el derecho de admisión. No servimos a gente de color.
Jazmín con los ojos muy abiertos miró a la estirada camarera y dejando ver unos dientes blancos tras una inmensa sonrisa exclamó:
-¡Pero si somos “de color” como los pasteles y marrones como el chocolate! Este es nuestro sitio ¿no?
La mujer, avergonzada, calló.
Si amáramos la diversidad como a los dulces, este mundo seria mejor.
Gracias por recordarlo en este dulce relato
Perdonar, se coló el «ornear» equivocado. No sé cómo se corrige.
Gracias a vosotros.