569. COLORÍN COLORADO, ANTES DEBIÓ SER PENSADO, de Luciérnaga
Maldiciendo un beso, se introdujo en el bosque. Soledad era lo que tenía. Soledad y un enorme arrepentimiento, que le pesaba más que el barro arrastrado por su capa azul. Tramo a tramo fue recorriendo el riachuelo. Escudriñó en cada recoveco. La angustia no le permitió dejar la más mínima cavidad libre de exploración. Una grave sacudida retorcía sus entrañas. Conocía esa sensación; el recuerdo lejano de otros tiempos erróneamente abandonados. Cuando los rayos de sol fueron desapareciendo y la noche cayó sobre el bosque, sin saber muy bien lo que el príncipe buscaba, las luciérnagas iluminaron su camino. Y al salir la luna, un búho, posándose en una rama, sabiamente le dijo:
– Sé bien lo que buscas.
-¿Dónde está?
– En la charca de los lirios, junto a otros batracios.
– Necesito que sea ella quien me bese esta vez. Quiero recuperarla y regresar a mi charca. ¡Deseo volver a ser una rana!
– ¿Acaso, la princesa y el palacio no resultaron ser como tú imaginabas?- con ironía habló el búho y elevando el vuelo, desde el aire gritó- Debiste pensarlo antes amigo mío, ahora tu rana ya tiene un sapo, con quien vive feliz en su charca.