98. Ahora, sin ti (Asunción Buendía)
La vida se me ha vuelto un poco más oscura. Los días ya no son luminosos, ni siquiera grises o negros. Son marrones, emborronados. Sin embargo hay rayos de sol que quieren entrar por mi ventana. Ni la persiana, ni las bonitas cortinas que un día fueron alegres, consiguen detenerle.
Sentada en la cama, la cabeza baja, mis manos desocupadas en el regazo; dejo transcurrir el tiempo.
Ha oscurecido, ya no distingo mis dedos, ni mis pies en la alfombra. La negrura se ha adueñado de mi habitación y me siento a gusto en ella. Cierro los ojos, quisiera no tener que abrirlos más. En esa quietud un soplo levísimo roza mi frente. Es un aleteo o me lo parece. No quiero ser molestada, pero insiste y me hace cosquillas. A mi pesar sé que estoy sonriendo. Enfadada me incorporo y sorprendida compruebo que amanece.
Lo entiendo, de repente, lo entiendo.
El mundo sigue girando, la vida no se detiene por mí, ni por ti. Aunque ahora ya no estés.
Para vivir no solo hacen falta medios, también motivos, que es precisamente lo que le falta a tu protagonista (a quien imagino mujer). Posiblemente disponga de medios y apoyos para continuar, puede que no le falte qué comer, que incluso tenga amigos y familiares que la quieren, pero le falta una persona con la que estuvo muy unida, única e irreemplazable, sin la que no imagina la existencia. Él ya no está, pero la vida sigue y ella continúa. No le queda más remedio que asimilarlo, lamerse las heridas y seguir hacia adelante. «Ahora, sin ti», solo son tres palabras, pero dicen mucho y, sobre todo, pesan demasiado. Necesita tiempo para asimilar los ciclos naturales, inevitables, aunque es algo que ha comenzado a comprender.
Un relato sobre los golpes de la vida y la necesidad de sobreponerse.
Un abrazo y suerte, Asun
Hola Ángel, como siempre el más atento lector y el más esperado comentarista. Mi cuento de hoy es muy claro, ausencias que nos dejan tan solos que se nos hace cuesta arriba seguir.
Un beso querido compañero.