03. EL ÚLTIMO AZUL
Una vez lo había conseguido, pero entonces era mucho más joven. Ahora le iba a resultar algo más difícil, porque los años se le habían echado encima como una pesada losa que ya le costaba mucho soportar.
Mientras se deslizaba por el cable, iba calculando los metros y el tiempo, como siempre, pero de pronto, algo se cruzó en su camino rozándole las piernas y desapareciendo tan rápido, que sólo acertó a ver una sombra alejándose a toda velocidad.
Y esa sombra fue su final, aunque él nunca lo supo.
Siguió bajando confiado, pero con los cálculos ya tan equivocados que, cuando quiso ascender de nuevo a la superficie, sus agotados pulmones no le respondieron.
Se soltó del cable y se perdió en las profundidades mientras contemplaba, extrañamente tranquilo, el azul más deslumbrante que sus ojos habían visto jamás.
Esa última apnea había sido su más duro fracaso, pero su muerte le estaba pareciendo de lo más sublime.
Tenemos mucho miedo a lo desconocido y, más que nada, a ese paso a otra dimensión, o, tal vez, a la nada; lo tememos porque no sabemos cómo sucederá, ni si habrá algo después. Nadie ha venido para contarlo. Sin embargo, igual que nacer y envejecer es natural, marcharse también debe de serlo, seguro que no resulta tan difícil o traumático como creemos, puede que sea algo tan sencillo como dejarse llevar cuando llegue el momento, por otra parte, inexorable.
Un relato profundo, como esas profundidades marinas azuladas, las que conducen al momento último de tu protagonista.
Un abrazo y suerte, Puri
Muchas gracias, Ángel. Comparto enteramente tu reflexión, porque creo que, a veces, lo que conceptualmente parece muy complicado y duro, se hace fácil y fluído cuando realmente se experimenta. Ojalá el momento de la muerte nos sea leve. Un abrazo, amigo.
Hermoso relato de esa dimensión tan desconocida como apasionante. Ese espacio que cubre la mayor parte de nuestro planeta y que desconocemos. Precioso micro, Puri.
Dejarse ir con la última inmersión. Cuando algo te atrapa tanto, como es nadar en el océano, puede ser un buen final. Hermoso.
Muchas gracias, Gloria, Cristina. Y, en verdad, no sería una mala forma de desaparecer el perderse en un universo de aguas azules. Un beso, guapas.
Me ha gustado el uso de esta frase: «Y esa sombra fue su final, aunque él nunca lo supo», para subrayar el punto de inflexión o el giro de la historia, donde se anuncia la posible tragedia tan bellamente descrita.
Un saludo, Puri y suerte.
Gracias, Milagros, porque ambas coincidimos en que esa frase que citas es, en este caso, la frontera entre la vida y la muerte. Unos segundos de desconcentración y…