530. DEL BOSQUE A LA SELVA, de Águila
Enrique nació en un bosque. Hasta que no fue llamado a servir en la mili, no pisaron sus pies más pavimento que el rodeno de las sendas. El abuelo de Enrique, en tiempos de copla y búnker, trepaba los peñascos hasta hacerse llegar a un nido de águilas que conocía; Esperaba todas las mañanas la partida de la madre en busca de caza. Cuando volvía, siempre con algún conejo o tordo entre las garras, el abuelo ponía un palito en el pico de los polluelos, forzándoles ha indicar a su madre que aun estaban hambrientos, y el águila, volvía a por más presas que dejaba caer desde las alturas, cuando el abuelo consideraba que con estas artes, ya disponía de la carne suficiente para alimentar a su familia, dejaba siempre comida suficiente para los polluelos y volvía a la cabaña, donde sus “polluelos” le esperaban…
Años más tarde, Enrique se mudó a la ciudad, conoció a Teresa, tuvo hijos y vendió colchones: Desnaturalizado, gris como el espasmódico sudor de los coches… Pero allá en el bosque, sus hermanos de carne roja, le aguardan en las peñas.