490. LAVANDA, de Roble
El viento soplaba un poco más fuerte de lo estrictamente necesario, haciendo que las hojas de los robles se movieran de una forma un tanto sospechosa. El camisón de Aurora se mecía al compás de las hierbas, un poco altas, que le rozaban las pantorrillas, la sensación era agradable. Las primeras gotas de lluvia aparecieron sin previo aviso pero provocaron un perfume sin igual, una mezcla de lavanda y tierra mojada, divino, con un poder evocador sin precedentes. Aurora se dio cuenta que estaba empapada, el camisón se le pegaba al cuerpo como una segunda piel…
Suena el despertador, el sol entra a raudales por la persiana entreabierta, la noche tormentosa ha dejado paso a un día espléndido. Aurora ha tenido un sueño muy agitado, pues se levanta empapada en sudor. A través del espejo se ve enredado en su pelo unas minúsculas flores de lavanda. Ella no las ve, pues está muy atareada intentando subir a la silla de ruedas para desplazarse al baño y tomar una ducha. Se siente bien, muy bien.
Suena el despertador, el sol entra a raudales por la persiana entreabierta, la noche tormentosa ha dejado paso a un día espléndido. Aurora ha tenido un sueño muy agitado, pues se levanta empapada en sudor. A través del espejo se ve enredado en su pelo unas minúsculas flores de lavanda. Ella no las ve, pues está muy atareada intentando subir a la silla de ruedas para desplazarse al baño y tomar una ducha. Se siente bien, muy bien.