NOV54. MARCELINO Y DIONISIO, de Jesús Alfonso Redondo Lavín
Marcelino Higuera, además de ganadero, regentaba, frente a la estación de Orejo, una tienda en la que se reunía con frecuencia con mi abuelo Dionisio. El local, también cantina, era “halladero” para ir “a jorra”, aguardar al tren o guarecerse “a subio” cuando tronaba.
Tuve siempre, y sigo teniendo, admiración y respeto a estos dos personajes, para mí “legendarios”.
La última vez que compartieron compañía fue por el año 1938. Marcelino vio como los suyos ganaban la guerra y Dionisio entró en el triste mundo de los maestros represaliados y sufrió la pérdida de su licencia para ejercer, hasta que logró en 1952 un destino de “Maestro Nacional” en Lezama, Vizcaya.
La muerte de la esposa de Marcelino inició un breve epistolario, que encontrado en su desván llegó a mis manos. Rezumaban, aquellas letras, la ternura de la añoranza, envuelta en expresiones de vieja fina estampa y algún recurso lingüístico de contundente pasieguismo, ya en desuso, que emocionaban.
Leí:
—“…no sé cómo paladiarlo.””
La palabra era sugerente. No la oí nunca, ni la he encontrado en ningún diccionario.
Es un sincretismo entre los sentidos del oído y del gusto.
Curiosamente el paladio, metal noble, no se oxida con el tiempo.
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Otra sabia lección de historia, recuerdos, ternura y buena escritura.
De nuevo rendido a su pies, maestro.
Gracias Fernando. A veces pienso que ya solo me acuerdo de los tiempos de mi niñez y de los relatos de mi abuela. Un Saludo.
Precioso relato en color sepia, con un final, a mi parecer, perfecto. Enhorabuena. Saludos.
Gracias Ana. Es un honor que te pares ante mis letras y que me dejes tu tarjeta de visita.
Saludos.
Facil deambular por este relato lleno de ternura ,todo el lleno de Paladio.
Un beso
Siempre será mejor el Paladio que el Polonio, ¿verdad?.
Gracias por tu deambuleo por este patio.
Un saludo.
Jesús Alfonso, tierno y epico tu realto, bien llevado en su ritmo e imagenes. Duerte y saludos
Hola Cala, gracias por opinar desde el Pozo de Don Gil. Un beso.
Jesús, que relato más emotivo, me gusta la historia y como la cuentas. Suena bien «paladiarlo» y la palabra maestro me encanta, retrotrae a otros tiempos, hoy está en desuso.
Te felicito y te deseo mucha suerte.
Un saludo.
María Elena
Gracias María Elena. Gracias por dejar tu opinión.
Un saludo.
Eres un maestro en contar historias, estas como todas las paladiarlamos. Enhorabuena. Un abrazo. Nuria
Hola Nuria, dentro de poco ya no voy a saber que contar y empezaré a contar mentiras, por el mar corren las liebres…
Un beso y gracias por tus letras.
Jesús Alfonso, un texto que respira sensibilidad por todas partes. Muy bueno, un abrazo
Gracias Salvador. Todo lo que toca a nuestros abuelos tiene esa cuerda sensible de la añoranza de la niñez.
Un saludo.
Comentaba Borges que en un escrito (¡que maravillosos relatos los suyos!), si podías eliminar una palabra, había que retirarla. Y si al leer una frase quedaba la sensación de faltar algo, de vacío en una idea, había que trabajar para completarla.
He hecho la prueba con tu relato. Ni sobra ni falta. Completo. Perfecto. Que se repita.
Qué buenos los frutos secos de Borges. Me haces tanto la pelota que estoy dispuesto a firmarte un talón. Por supuesto en el de Aquiles. ¿Te han quitado ya la escayola?. ¿Sigues en Robledo rodeado de chavalas?.
Un abrazo.
Pocos relatos merecen la categoría de ser llamados así. Y éste es uno de ellos. Cierto lo que dice Untalmiguel, no hay nada en él que sobre ni que falte, porque está trabajado con oficio y sabiduría. Cuando el autor nos deja con la sensación de que la historia ha fluido no forzada es cuando reconocemos en ella la obra de arte. A estas alturas está claro que no sonó la flauta por casualidad: mes tras mes nos lo has demostrado. Un placer leerte.
Lo que me pasa es que de tanto leer tus relatos, por osmótica no me queda más remedio que mejorar.
Gracias Nieves. Un beso.
Todos esos datos específicos, de fechas y hechos, me dejan la sensación que se trata de un caso real. Muy bien contado, me ha gustado. ¡Suerte!
Don Beto, es un placer que te acerques a mi puerta. Es un caso real.
Un abrazo.
Muchas gracias por regalarnos este maravilloso relato. Es una de esas historias que te llegan y que cuentan mucho más de lo que nos dejas ver a través de la amistad de esos dos «enemigos», y además lo haces con una sencillez que desarma, que te hace pensar y encima te apetece haber vivido. Supongo que tu abuelo Dionisio sería aquel maestro represaliado. Lo dicho, lo he paladiado con mucho gusto.
Suerte y saludos.
Gracias Rafa. Hay muchos asiduos del blog que son o han vivido en Valladolid y lo tienen muy callado. Estoy seguro que se puede proponer una «quedada» en tu tierra y saldrán de su madriguera. Por supuesto que yo acudiría.
Un abrazo.
¿Existió alguna vez en algún lugar ese macondo cántabro que Jesús ubica en el Pas? Sí, está claro que en la cabeza y en el buen hacer de nuestro contacuentos nocturno particular llamado Lavín, trasunto del que firma cada mes un capítulo más de esa historia querida e interminable. Gracias.
Hola Marcos, este fin de semana, ya sabes los fines de semana de los jubilados empiezan en jueves y terminan en sábados, atascos-proof, he estado en unos pueblos de la sierra de Urbasa. Allí también hay un Macondo. He encontrado seis nuevos apellidos de los ancestros de mi mujer, pasando hojas, sin chuparme los dedos -en nombre de la rosa- de unos becerros sacramentales. Me he ligado al cura, servidor de cinco pueblos, que me ha llenado la cabeza de historias trágicas y cómicas. Ya os contaré.
Un abrazo.
Jesús Alfonso, enhorabuena por tu relato y también porque «paladiarlo», existe en el vocabulario de las islas Canarias. Viví 22 años en las islas y durante un tiempo, médico de pueblo, como se decía entonces, y entre el lenguaje vulgar se usaba como saborearlo, aún con más deleite. También en Las Palmas de Gran Canaria lo escuché en más de una ocasión.
Gracias por recordarme la palabra.
Un abrazo
Epi, muchas gracias por pararte a leer mis «autos sentimentales». Así que también comistes papas arrugas. Te llamo esta semana próxima, que ya he parado de viajes, al menos de los planificados.
Un abrazo.
Paladeamos otra vez a nuestro Borjes de Paladio. Tu relato me acerca a la sensación de tranquilidad que yo sentía en la estación de Haro entre tren y tren. Los almuerzos de mi tío Andres y su amigo Cristo (sic) cuajados de discusiones que siempre acababan en carcajadas. Eres el cronista por excelencia. Te sugiero que escribas el libro antes de que alguien lo haga. Paladiarémoslo.
Ricardo, no sirvo para novelas, Soy más bien un «one minute writer». Si escribiese una novela siempre pensaría que aquellos de mis amigos que fuesen sinceros y afirmasen haberla leido, lo habrían hecho por que la nobleza obliga.
Un abrazo Ricardo.
Que bonita historia de amistades inoxidables, Jesus. Tus crónicas de «entonces» tienen el poder de la evocación y el encanto de las cosas sencillas e imprescindibles.
Gracias blackopal. Es un honor que te pares en mis escritos. De verdad.
Un saludo.
Querida Ana: El tiempo en Larraona ha sido bastante bueno. Gracias por tu intercesión. Urbasa es mágica y sus nobles gentes también. He pasado 4 horas buceando en libros parroquiales. ¡Qué historias!. Me guardo algunas para futuras narraciones. En cuanto a las charlas con la gente del pueblo, te cuento lo que he apuntado en el block de notas de mi black berry: «virica»; «no me da rancilla»; «micharro»; «no echar bando».
¿Reconoces alguna?
Y gracias por leer lo que escribo.
Besos.
He estado fuera y me gustaría haber puesto un primer comentario como
diccionario pasiego-trasmerano:
Ir a jorra: Cuando, al final del día, terminado el trabajo, se iba a charlar con los vecinos.
Halladero: Placentero
Estar a subio: Estar en un lugar a resguardo de la lluvia.
No sé cómo paladiarlo: Tal como yo lo percibo podría entenderse como: “no sé cómo decirlo, no sé cómo trasmitirlo con todos los matices, de forma precisa, para que no se malinterprete”.
Jesús, pues yo tampoco se como paladiarlo, para que no parezca más de lo mismo, pero es que como cada mes, nos llevas a unos lugares y tiempos que mueven y remueven. Supongo que este es tu Dionisio de la cárcel de Larrinaga, orgulloso podría sentirse de su descendiente que le homenajea en cada ocasión y además con tal maestría. Un abrazo.
Ha sido un placer paladiar éste bello relato tuyo, mientras tomaba una taza de café.
Un abrazo y mucha suerte.
Muchas gracias María por tu comentario hecho en un momento de relaxing cup of café con leche.
Un beso.
Emotivo y real. Me recuerda las expresiones de los pueblos andaluces, tan ricas.
Y no te extrañe que parezca un texto andaluz.
1¿Sabías que en el escudo de Santander está la torre del oro de Sevilla?. El cántabro Ramón Bonifaz romplió con su nave la cadena, que también está en el escudo, que cerraba el Guadalquivir de la torre del Oro a Triana en la reconquista.
2 La feria de Sevilla la comenzaron a hacer unos cántabros.
3 Casi todas las tiendas de ultramarinos de Cádiz eran de cántabros.
3 Felipe González y la alcaldesa de Cádiz vienen cde cántabros.
Y mucho más pero no quiero aburrirte.
Un saludo y gracias por comentar.
Me ha gustado mucho, mucho. Melancólico, y a la vez fresco, enriquecedor como el metal. Gracias y felicidades.
Esther
Muchas gracias Estherchu. A mí también me gustó tu relato.
Besos.
El micharro es el lirón. Ese animal que duerme mucho. En Urbasa se lo comen y con la grasa hacen un emplasto para curar el reuma.
Besos
Pues mirando libros parroquiales en Larraone para buscar los orígenes de mi suegro me he topado con los apellidos Roldán procedente de Cirauqui que a su vez procede de padres de Irurre, cerca de tu pueblo. Así qué tendré que ir por allí a investigar.
Besos
Con el trasfondo de la familia, Jesús, esta vez remueves por dentro, aunque sea con una palabra sacada del baúl. Enfrentar a hermanos, amigos, vecinos, siempre funciona a los mandamases. Tu cuento me parece muy muy amargo.
Un abrazo.
No hay ya posibilidad en este caso de que nadie se enfrente; te lo aseguro.El próximo relato será más dulce, aunque melancólico también.
Un beso.
Jesús, qué gustazo leer historias reales y de la manera que las describes. Me gustó mucho. Un fuerte abrazo, amigo, Sotirios.
Tienes una memoria prodigiosa y una historia familiar riquísima a la que sabes sacarle brillo que da gusto. Paladiarla, pues si no existe, debería!!! muy buena simbiosis de sentidos. Enhorabuena Jesús.
Jesús, un excelente relato el tuyo. Enhorabuena, me ha gustado mucho!
Un saludo! 😉
Jesús Alfonso, me ha gustado tu historia familiar por cuánto contiene no solo del lenguaje y la amistad, sino por la estupidez de la guerra en la que metieron a gentes que «paladiaban» las diferencias entre chatos de vino y no a balazos. La última frase que has buscado tiene una gran fuerza, no se olvida si se deja escrito. Suerte a fin de mes y no dejes de pinchar en la publicidad, por los viejos tiempos.
Conozco esa casa y conocí a Marcelino, por eso la historia me resulta sugerente. Es un familiar lejano, del que tengo algunos recuerdos. Yo también he esperado algún tren en Orejo, el ambiente me es muy conocido…