433. EL BOSQUE DE NUESTROS OTOÑOS, de El Otoño
Se fueron acumulando tantos otoños en los caminos que conducen al bosque de nuestros amoríos secretos, que la luna aún está encima de los viejos pinos despeinados. Caminamos con la lentitud de las garzas que picotean el viento. Si bien el paisaje ya no es el mismo, sigue siendo el bosque de nuestras vidas. Allí está todavía el corazón tatuado en la corteza de aquel árbol, más robusto, más fuerte y más hermoso, como nuestros corazones. Llegamos al lugar predilecto, a orillas del riachuelo, colmado de flores y aves que trinan y vuelan constantemente. Nos sentamos en las piedras de siempre, miramos largamente el horizonte interrumpido por la neblina. Nos tomamos de las manos, nos besamos, te leí los poemas de Pablo Neruda y García Lorca que tanto te gustan. Nos abrazamos, hablamos tantas cosas maravillosas, al filo de nuestros otoños. Como siempre, los crepúsculos nos anunciaban el regreso, tanto otoño regado por el camino, alfombra a nuestros pies, un chasquido minúsculo y fino, oloroso y breve de colores. Nos alejamos, íbamos tomados de las manos, traíamos con nosotros, todos los sonidos, olores, colores, sabores, y la suavidad magnifica del bosque de nuestros otoños.