406. EL QUE ROBA A UN LADRÓN, de Cascada
Ayer Herminio subió al bosque, como siempre que dejaba de llover, con sus botas de agua, un chubasquero y una bolsita. Quería coger unos pocos caracoles y volver a casa. Los limpiaría y prepararía como le enseñó su madre y le encantaban a su mujer Sagrario. Pero resbaló en una zona empinada del sendero, de tal modo, que se fue deslizando y paró al toparse con unos arbustos. Se levantó, maltrecho y dolorido, pero al ir a recoger su bolsa se dio cuenta de que del barro asomaba algo. Lo tocó, era metálico, comenzó a escarbar con curiosidad. Por fin logró entender de qué se trataba: una caja fuerte, no muy grande, de las que se tienen en casa. Con el corazón al galope, la desenterró, la metió en la bolsa. ¿Qué contendría? ¿Por qué estaba escondida? Corrió a su casa pensando en cómo la abriría.