401. MIEDO TRANSMITIDO, de Vertiente
Allí, donde levantas la mirada y la vegetación recorta el cielo, donde la brisa acaricia los eucaliptales, donde la hojarasca chisca ante el trotar de los caballos. Allí donde puedes oir el río. Justo ahí aparece, según dicen, una figura que no es terrenal. Al lugar llegaba Jacinto en busca de sus lecheras. El pequeño tenía temor por lo que se comentaba respecto al bosque. Es una confusión a los sentidos.
El menor debía encontrar la manera de vencer el miedo. Caminaba su caballo, cada sonido era aterrador; su respiración se cortaba. Cerraba los ojos para no ver la irrealidad.
Día a día se fue relajando, se permitía disfrutar de los gestos de la naturaleza. La irrealidad fue su aliada en el arreo.
Creando relación con la mujer, la desafía, sin verla; casi con el deseo de conocerla. Ella nunca respondió, comprobó que era tan solo una fantasía.
Jacinto ha podido afirmar que su curiosidad ha servido para salvar una dificultad, perder el temor a lo desconocido.