395. EL REGALO, de El Hada Polvorilla
He caminado durante años por este bosque milenario. Una mañana al salir temprano para mi paseo diario. Andaba con la mente perdida, enredada en mis problemas cotidianos… De pronto me sentí sobresaltada, silencio, me asustó tanto silencio. Miré a mi alrededor, nada parecía fuera de lugar, todo estaba como lo recordaba, pero no, algo faltaba… Ni las hojas secas sonaban al caminar.
Me quedé quieta… No se qué esperaba… Pero mi pecho se agitaba con ansiedad. Mirando a mi alrededor fui notando que todo cambiaba de color. Los verdes eran rojos, los marrones, azules… Me costaba reconocer mi entorno, y algo en mi también se transformó. Eché raíces que penetraron en la tierra fría, húmeda del bosque y mis brazos creciendo, se llenaban de brotes. Pude sentir la vida transportada en mi savia, sentí que era bosque, vivo, tierno, húmedo.
De nuevo abrí los ojos y todo había recuperado su ser, cada cosa volvió a su lugar, a su color, pero no, todo no, yo ya nunca sería igual, mis lágrimas caían derramadas sobre mis pies que volvían a pisar, firmes, la corteza viva, rica que recibía agradecida cada gota que llegaba, y me regalaba… Una pequeña flor.
Me quedé quieta… No se qué esperaba… Pero mi pecho se agitaba con ansiedad. Mirando a mi alrededor fui notando que todo cambiaba de color. Los verdes eran rojos, los marrones, azules… Me costaba reconocer mi entorno, y algo en mi también se transformó. Eché raíces que penetraron en la tierra fría, húmeda del bosque y mis brazos creciendo, se llenaban de brotes. Pude sentir la vida transportada en mi savia, sentí que era bosque, vivo, tierno, húmedo.
De nuevo abrí los ojos y todo había recuperado su ser, cada cosa volvió a su lugar, a su color, pero no, todo no, yo ya nunca sería igual, mis lágrimas caían derramadas sobre mis pies que volvían a pisar, firmes, la corteza viva, rica que recibía agradecida cada gota que llegaba, y me regalaba… Una pequeña flor.