389. BOSQUE, de Zorro de Plata
Dos niños se perdieron en mis costados. Flexioné la corriente del río para que hiciera frío. La noche caía y los niños se internaron más en mis adentros buscando algo de calor. Conjuré la niebla que se me metía entre los árboles y halé el viento. Los búhos hicieron ruido. Los chiquillos temblaban. Halé más fuerte el viento y uno de los búhos voló cerca de ellos. Asustados corrieron más adentro hasta que vieron una cueva. Allí dormía una manada de lobos y sin saberlo los pequeños entraron. Me los devoré.
Eso se llama ecosistema, interesante. 🙂