386. TOC, TOC, de Lobito Feroz
¡Toc, toc!
– ¿Quién? – Dijo la abuela.-
– Caperucita. Abra.
– ¡No cuela! ¡Ya me engañaste una vez! Pero… ¿A ti no te mató un cazador, te abrió la tripa y yo salí de ella?
– Ese fue mi padre, señora abuela.
– Bien, Lobito Feroz. Y ahora ¿Quieres engañarme?
– Como a él le funcionó… yo creía que…
– Yo creía, yo pensaba… palabrerías de lupus ¿Qué quieres?
– ¿Sería tan amable de dejarme entrar? – Escuchó la abuela al otro lado de la puerta. – Ya es de noche y este bosque es muy grande para mí.
El cerrojo se deslizó, permitiendo que la roñosa portezuela se abriera por el peso del lobezno que, de un traspiés, se coló en la casa, regalando a la anciana una genial voltereta involuntaria.
– ¡Ay!
– No se parece al padre. – Observó la abuela.-
– Gracias por abrir.
– Vamos, abrevia. Es tarde.
– Pues verá: venía a pedir perdón en nombre de mi familia. No se imagina la mala fama de mentirosos, come-abuelas y engaña-niñas que tenemos los Feroz. Ahora nos hemos reformado y si usted quisiera…
Zzzzzzzzzz, dormitaba plácidamente.
Moraleja:
Si te quieres disculpar,
ve temprano a dialogar.
Muy original, incluida la moraleja, me gusta el dialogo del relato.
Muy dinámico e ingenioso.