377. …LA OBRA DEL AMOR, de Caminos
Su madre se lo dijo: “hija, cuando sientes que vas a desovar vuelve a tu río de nacimiento…”
Ya empezaba esta joven de piel tersa asalmonada a cansarse de tanto viaje pero, al llegar a la altura de este bosque, se alegro olvidándose de su propósito… ¡Tan bellos eran los juegos de luces entre las ramas y en las ondas!… Tan pronto remansos de paz en la sombra de algún sauce que cascaditas entre cantos rodados…
Vio un truchón que la dejó trémula: ¡parecía un arco-iris!… Siguiéndole se atrevió en hacer rafting tirándose en pequeñas cascadas que tal cabritas saltaban entre pequeños riscos. Cierto que le asustaba bastante, pero su alma aventurera y enamorada se empeñaba en repetirlo…
Por descontado sus compañeras la gritaban al pasar: “Pero idiota, ¡es al revés! ¡Para arriba tienes de ir!”…Pero es que había descubierto que, en las salpicaduras, se volvía un momento arco-iris tal su amado truchón…
Y nuestra joven rezaba al Dios de los salmones: “buen Dios: ¡quiero ser una trucha! Quiero quedarme en este bosque encantado, y libremente moverme en este río diáfano…” su plegaria fue escuchada y desde este momento hubo truchas asalmonadas en estos ríos cantábricos…
Ya empezaba esta joven de piel tersa asalmonada a cansarse de tanto viaje pero, al llegar a la altura de este bosque, se alegro olvidándose de su propósito… ¡Tan bellos eran los juegos de luces entre las ramas y en las ondas!… Tan pronto remansos de paz en la sombra de algún sauce que cascaditas entre cantos rodados…
Vio un truchón que la dejó trémula: ¡parecía un arco-iris!… Siguiéndole se atrevió en hacer rafting tirándose en pequeñas cascadas que tal cabritas saltaban entre pequeños riscos. Cierto que le asustaba bastante, pero su alma aventurera y enamorada se empeñaba en repetirlo…
Por descontado sus compañeras la gritaban al pasar: “Pero idiota, ¡es al revés! ¡Para arriba tienes de ir!”…Pero es que había descubierto que, en las salpicaduras, se volvía un momento arco-iris tal su amado truchón…
Y nuestra joven rezaba al Dios de los salmones: “buen Dios: ¡quiero ser una trucha! Quiero quedarme en este bosque encantado, y libremente moverme en este río diáfano…” su plegaria fue escuchada y desde este momento hubo truchas asalmonadas en estos ríos cantábricos…
Bonito y original.