369, PÁGINA AMARILLA, de Senda
Como crujen las amarillas hojas que despoblan los árboles en el otoño de lluvia.
Crujen ante las pisadas impolutas de seres que no sienten nada. Pisan sin mirar, atenazados por el ímpetu de su marcha en ciudades de frías rutas, sin direcciones concretas. Se cruzan los seres, no se miran, no se saludan, sólo saben que caminan sin destino ni rumbo deseado, ¡inapelable fin de sus vidas!
Y en los árboles las palomas observan, blancas nubes de sabores, el contoneo de las muchachas jóvenes, el deseo de los muchachos, a los mayores que orientan sus pasos hacia bancos vacíos de parques amarillos.
El futuro es presente, caminos continuos sin sendas escritas.
Crujen ante las pisadas impolutas de seres que no sienten nada. Pisan sin mirar, atenazados por el ímpetu de su marcha en ciudades de frías rutas, sin direcciones concretas. Se cruzan los seres, no se miran, no se saludan, sólo saben que caminan sin destino ni rumbo deseado, ¡inapelable fin de sus vidas!
Y en los árboles las palomas observan, blancas nubes de sabores, el contoneo de las muchachas jóvenes, el deseo de los muchachos, a los mayores que orientan sus pasos hacia bancos vacíos de parques amarillos.
El futuro es presente, caminos continuos sin sendas escritas.