368. LA PENA DE MARITA, de Pinos
Marita, sentada sobre un peñasco a la orilla del mar, desagota en lágrimas silenciosas su pena por la ilusión perdida.
Cada embate de las olas contra la playa esplendente, le despierta un recuerdo.
Así aparecen en su mente los bosques que deberían lucir a su espalda y que tanto alegraron su infancia lejana.
Se ve pequeña, acompañando a papá y mamá en las habituales excursiones domingueras…revive el júbilo con que se internaba en esa catedral umbría en la que apenas se vislumbraba el cielo entre las ramas cimbreantes; sigue el trazado luminoso de los insectos en vuelo; escucha el concierto sincopado de los pájaros ocultos en lo alto…
Vuelve al ahora.
Pasaron demasiados años hasta que regresó a la costa querida, para revivir esos momentos.
Gira el rostro mojado hacia el interior. La majestuosa cortina verde ya no se alza allí: cientos de casas veraniegas la reemplazan.
¿No podría haberse protegido esa belleza desaparecida ante la acometida desmesurada del urbanismo salvaje?
Marita hunde nuevamente su mirada en el mar infinito. El sigue imperturbable. Ruega al Creador por más racionalidad entre los hombres. Acompañamos su ruego.
me gusto mucho tu «catedral umbría» y el concierto sincopado de los pájaros ocultos»…
contigo comparto esta pena y enfado frente a los destrozos del entorno que nos ha traído lo que llaman «civilizacion»