364. EL CAMALEÓN TROTAMUNDOS, de Caminos
Érase una vez un camaleón de Madagascar al cual le encantaba viajar.
Con mucha ilusión llegó a España y, por su afición a los bosques, se decantó por el Norte alojándose en casas rurales lo que le permitía vagabundear a su antojo y convivir con los habitantes de los pueblos.
Como era un buen deportista, en los bosques saltaba de rama en rama, tan pronto se transformaba así en corteza plateada de abedul, que en hoja cobriza de plátano.
Según si el sol pasaba a través del follaje de una acacia o de un sauce podía tener pecas morenitas o estar cebrado de relámpagos.
Le gustaba también deslizarse en un rayo de sol sobre el musgo fresco, volviéndose de un verde acido dorado y, apañándose bien, hasta conseguía tener una espina dorsal dorada tal dragón de leyendas; también, frotando de su cola y patas el polvo de los caminos, al entrar en tal nube revestía un traje de lentejuelas tal un príncipe seductor…
Así disfrutaba locamente de la naturaleza probando sus múltiples ropas de fiesta.
En efecto nuestro camaleón estaba siempre dispuesto a descubrir el mundo y, además, estaba predispuesto a sentir empatia con todo ser viviente…
de este cuento me gusta, antes de nada, el hecho de que sea «un cuento»…
con fantasía pero también con «realidades»…