107. El monstruo
Hecho un gran ovillo sobre su peculiar “patchwork” de lunares, rayas y dibujos bajo la cama, piensa en la prejubilación, a la vuelta de la esquina. La ha pedido a la desesperada. Perderá cierto nivel adquisitivo pero no le importa, no puede más. Lo que quiere es dormir del tirón, a pata suelta. Ahora, pocos días antes de partir, en su memoria se amontonan los sustos con nostalgia; incluso sonríe al recordar con cariño cómo logró aquella colección sobre la que ahora descansa plácidamente, calcetín a calcetín.
Un monstruo, de los que permanecen ocultos debajo de la cama de los niños, también tiene derecho a descansar. Es duro estar en vela una noche tras otra, te lo digo yo. Gracias a este relato tan simpático conocemos el motivo por el que los calcetines se pierden fácilmente.
Esta criatura de la imaginación, aliada de la oscuridad, al final, como todos, necesita jubilarse, aunque solo sea para hacer algo muy simple, pero para él muy valorado, porque se le negaba, una actividad básica y que la mayor parte de los seres vivos sí se pueden permitir: dormir cuando corresponde.
Un abrazo y suerte, Nuria
¡Vaya relatazo! No dejas de sorprenderme. Tienes una manera de mirar diferente a los demás. Cuando muchos creemos que ya no hay nada más, tú consigues seguir más allá. Me ha encantado.
Gracias por pasarte, María. Esta vez me ha costado encontrar algo coleccionable pero, los monstruos, parece que siempre tienen algo nuevo que contarme. ☺️
Besossss
Jajaja Muchísimas gracias por pasarte, Ángel. Hasta los monstruos tienen necesidad de descanso…
Besosss
Lo bueno y breve… Aparte de eso genial. Un abrazo desde la distancia. Antonio
Muchas gracias por pasarte, Antonio. Me alegra que te guste. 🙂
Saludos.