304. SE DESPERTÓ ENTRE ÁRBOLES Y MIEDO, de Serpiente de Cascabel
Se despertó entre árboles y miedo. El aturdimiento rielaba en sus pupilas y en un ulular lejano. Exhaló un gemido cuando se percató de que veía en blanco y negro y de que estaba desnudo. Confuso, se llevó las manos a la cabeza, donde notó un líquido húmedo. De su sien emanaba sangre por una leve herida; pero no sentía dolor, sólo frío que ceñía sus huesos. Comenzó a caminar dejando tras de sí una estela de huellas y de incertidumbre. Iba despacio. La niebla era densa. Dejó atrás los plateados árboles para encontrarse en un claro de aquel bosque. Con las manos temblorosas, palpando la zozobra, fue infiltrándose entre el silencio hasta que pudo ver que una bestia y un bulto se hallaban frente a él. Comenzó a dolerle la sien herida. Sintió un pinchazo en su tobillo y, al verlo, supo que aquello era una serpiente. Fue hacia ella, pero ésta se esfumó asustada más allá de la bruma. Entonces lo vio, se vio, a él, a sí mismo, inerte sobre la tierra. Lentamente, volvió el color en sus ojos. Se despertó entre árboles y miedo.