245. INVITACIÓN, de Nemeton
Un bosque no tiene dueño. No es necesario un orden establecido para que todo funcione, porque viene el viento, el tiempo o el agua y vuelve a reinventar un espacio y un orden nuevo, una fórmula distinta de sombras y temperaturas que crean otro nuevo equilibrio; porque el equilibrio no es uno e inequívoco, sino un juego de ecuaciones complejas que determina el fin de sus elementos. Hoy, en este pequeño claro desde el que te hablo, puedes multiplicarte o tender al infinito con la misma probabilidad de que despejen tu valor por debajo de cero. El bosque es el universo de la perfecta improvisación, el espacio en el que todo es posible, y por eso caben con la misma entidad cien mil millones de hormigas parlantes, que un pequeño fruto rojo con propiedades curativas, que cien princesas de reinados perfectos, que la violencia extrema de la destrucción animal, el poema, la leyenda, la canción. Sólo te pido, lector, que duermas tranquilo junto a este bosque, y que mañana, cuando nos visites sigas leyendo en silencio, como un largo renglón, el camino que nos atraviesa.