243. PRODIGIO, de Raiz
Un vaho mineral se elevaba, cómplice, desde las entrañas del bosque y se mezclaba con las fragancias de la superficie en una danza nupcial que presagiaba futuros nacimientos.
Amanecía. Una gota de rocío quedó colgada de mil hojas reflejando su entorno con la lucidez de un espejo. Bastante cerca, el murmullo del río arrancaba arpegios de gloria en honor de un sol señorial que se asomaba entre las copas de los árboles.
Maite respiró armonía por cada uno de sus poros mientras una sensación de levedad se apoderó de su cuerpo, despojándola del lastre de su perpetua cotidianeidad hoy vencida. Allí se sentía otra, era otra. Era ella misma. Dos lágrimas de felicidad se unieron a la única gota de rocío que aún colgaba de mil hojas y también se convirtieron en espejos, esta vez, de su propia alma. No volvió a la ciudad, prefirió quedarse y vivir…
Yo estoy necesitando precisamente algo así PAZ Y ARMONÍA :0)
Muy bueno. Suerte!
La Ecología en versión poética. Tierno y evocador.