60. Contorno de cadera: 77 centímetros
Todas las niñas del barrio se apuntaban a clases de corte y confección. Mi madre insistía en que yo también debía aprender, que me iba a resultar muy útil en un futuro. Accedí, aunque en realidad lo hacía por Susana. Mi madre me compró un costurero nuevo completo. Jamás la vi tan contenta, como si fuera ella la que estrenara el abrigo por el que llevaba ahorrando dos temporadas. Susana era tímida, pero pronto nos hicimos amigas. Quedábamos por las tardes para practicar y crear nuestros propios diseños y patrones. Soñábamos con ser Carolina Herrera o la mismísima Coco Chanel. Recorría sus curvas con mi cinta métrica y me abstraía de nuestro pequeño mundo, para alcanzar aquel otro en el que no tuviera que disimular tomándole las medidas.
Toda actividad, cualquier cosa que hacemos, tiene por detrás una motivación, un motor que hace que nos decidamos por unos caminos concretos. La madre de tu protagonista tenía la ilusión de que su hija se iniciase en el mundo de la costura, quizá por ser una dedicación frustrada para ella. No pudo imaginar que la muchacha tuviese, en realidad, al aceptar la propuesta, otro acicate muy distinto.
Un relato elegante, en el que se habla de la conducta humana, muchas veces motivada por el corazón, aunque no actúe de manera acorde con la razón y los cánones que otros esperan. Ese recorrer curvas con una cinta métrica es una frase que resume un contar con elegancia, en una actuación de cara a la galería, marcada por disimulos, que no ocultan el anhelo de gozar alguna vez en libertad y sin tapujos junto a la persona a la que se quiere, sea del género que sea.
Como nota al margen y como hay confianza, me atrevo a añadir que ya me gustaría a mí tener el contorno de cadera estilizado al que alude el título, correspondiente a una talla 40. Me temo también que esa cintura puede ser incompatible con las croquetas (todo no puede ser).
Un abrazo y suerte, Bea
No me cansaré de decirlo jamás (al igual que de comer croquetas), tus comentarios siempre son el complemento perfecto a nuestras historias, nunca mejor dicho dada la temática. Aportas esa visión detallada que te hace relamer el relato (como con las croquetas… ¿otra vez? jaja) incluso al propio escritor. ¡Qué maravilla leerte Ángel! Me alegra saber que te ha gustado la historia y siento decepcionarte pero el contorno de cadera de 77 centímetros es el de una niña de 10-12 años, pelín canijilla, su madre seguro que no sabe hacer croquetas, pero una niña al fin y al cabo. Porque con esa edad ya ha despertado el interés por la sexualidad y la atracción y, como bien dices, no debe ser un tapujo sea del género que sea. Gracias de verdad por pasarte por aquí y comentar. ¡Abajo las 90-60-90! ¡Arriba las croquetas de jamón! jajaja un besazo y mucha suerte a ti también. Bea.
Hola Bea, muy sencilla manera de narrar un despertar a la vida de una niña que ya empieza a dejar la niñez. Un relato muy tierno.
También me hace gracia tu amor incondicional por las croquetas, ya veo que son un pilar en tu vida y qué rico pilar!
Abrazos, Asun.
Hola Asunción, muchas gracias por tu amable comentario. Me alegra mucho que te haya gustado el relato :-O) Por otro lado, las croquetas formaban parte de mi vida como la de todos, pero un día hablé de ellas en facebook y ya es como marca de la casa, y yo encantada jaja a parte de que en el encuentro 2019 llevé y ya claro, son mi propio complemento, mi bolso 🙂 Un besazo enorme. Bea.
Entonces te ha pasado como a mi con mi blog, que no encontraba nombre y le puse «Rosquillas al poder» y una foto de las rosquillas. Desde entonces me preguntan siempre por ellas. La diferencia es que no he llevado aún para que las prueben.
Te dejo el enlace del blog, aunque lo tengo un poco desatendido.
https://rosquillasalpoder.blogspot.com/
Un beso y encantada de conocerte
¡Pero qué pinta tienen esas rosquillas! Y qué pinta tiene ese blog, sin duda me daré algún que otro paseo por esas letras tuyas. Gracias por compartir. Encantada yo también, Bea.
Me encanta, Bea!! Los temas delicados y que emocionan deben ir barnizados de sutileza, y tú lo has conseguido.
Quizá, una de tus mayores virtudes es la naturalidad, el hecho de que los argumentos no son forzados ni el lemguajeamanerado… Y las croquetas, claro.
Felicidades y sueeerrrteee!!!
Besicos
Gracias Salva!!!! Me alegra mucho saber que te ha gustado y no se te ha repetido 🙂 Gracias por comentar y por tus palabras. Mucha suerte a ti también. Bea.
Precioso relato, Bea. Lleno de sensibilidad y con esa sencillez tan difícil de conseguir.
Suerte.
Besos.
Muchas gracias Rafa, siempre es un orgullo saber que valoras un relato y me alegra mucho que este te haya gustado. Mucha suerte para ti también. Tengo pendiente pasearme por el blog y revisar todas vuestras historias. Muchos besos, Bea.
Gracias por este relato. Al leerlo me ha venido un pensamiento… ¿sabría la madre el verdadero motivo del interés de la protagonista por la confección? Quiero pensar que la felicidad de la madre surge de la felicidad de la hija. El relato es bonito con ambas interpretaciones, pero me gusta la idea de que aunque la hija piense que está escondiendo algo a su madre, en realidad es esta su principal cómplice, quien le anima a continuar con sus reuniones con Susana, aunque quizá no se atreva a verbalizar lo contenta que está por la recién encontrada felicidad de su hija.
Oh Fernando! Gracias a ti por tu comentario. Creo que vuestros comentarios y puntos de vista siempre le dan un matiz nuevo a la historia, en este caso con la madre y la hija y el secreto que no sabemos si es tan secreto para ambas. Esto me hace recordar cuando un día mi hijo, después de haberle pillado en alguna trastada, me dijo ¿es que eres la policía?», y le contesté, «no, tu madre». Suelen escaparse pocas cosas a una madre… jaja Gracias de nuevo por pasarte y comentar. Abrazos, Bea.
Excelente propuesta en la que el corte y confección es la vía perfecta para que tus dos protagonistas se unan. Un amor correspondido entre metros, costuras y que está tan bien contado con tus buenas letras que el lector acaba con una sonrisa y feliz al ver que esas dos personas enamoradas van a tener una vida llena de caricias y besos. Soy un romántico así que solo te puedo decir que cuando triunfa el amor me siento muy feliz después de leer una historia, y esta es de las buenas, de las muy buenas.
A tus protagonistas se les podría decir en una ceremonia de unión eso de amaros hasta que la costura os separe. Y es que has pillado el tema propuesto como vía principal para contarnos una historia más que bella.
Enhorabuena, Bea.
Un besote.
Pablo
Tus palabras sí que son bellas Pablo. Me gustó la idea de tratar un tema tabú cuando las niñas nos apuntábamos a corte y confección. Quiero creer que poco a poco deja de serlo, aunque a veces choquemos con la realidad, y que al final lo importante es amarse y ser feliz. Gracias por este comentario lleno, como siempre te digo, de tanta generosidad. Mucha suete para ti muchos abrazos y besicos también, Bea.
Me encanta tu relato al igual que las croquetas.
Un beso marino y suerte.
Hola María! Gracias por tu opinión, me has puesto una rival difícil, que mi relato te haya gustado igual que las croquetas es un gran halago 🙂 Gracias por pasar y comentar, un abrazo y mucha suerte también para ti.
Me ha encantado tu relato, Bea. Has creado unos personajes muy interesantes con muy poco y has contado con gran sutileza una historia muy sugerente. Espero que esa hija encuentre en la costura otras motivaciones para sumar a las iniciales y que algún día pueda confeccionar a su madre, en compensación por su sacrificio, el abrigo que nunca pudo comprar. Enhorabuena y mucha suerte con él. Un fuerte abrazo.
Gracias Enrique. Me alegra saber qué todos esos matices son percibidos. Seguro que la costura le abrirá otras puertas, lo que a veces empieza por casualida, le acaba dando sentido a tu vida. Y ese abrigo llegará seguro. Gracias de nuevo y mucha suerte también para ti. Besazos! Bea
Qué fino está hilvanado. Me gusta mucho, Bea.
¡Mucha suerte con él!
Besosss
Qué alegría más grande que te guste preciosa! Un besazo enorme! Bea.