89 Sueños rotos
Hilos y retales por el suelo, en la mesa los acericos y las bobinas. Flora cierra los ojos y se pierde por las pasarelas de alta costura… ahora verán ustedes los diseños exclusivos de Flora Martínez… no, no, Martínez es muy… no… con ustedes los diseños exclusivos de Flor de Lis, el público rompe en aplausos… El timbre de la puerta la devuelve al comedor convertido en taller de costura, Paquita, la del cuarto, viene a recoger un vestido de tafetán para la boda de su hijo, tras ella desfilan unas cuantas vecinas más, que si te hago una pinza aquí o un pespunte allí, que si te saco de la sisa y te disimula ese defecto en la espalda… Se imagina que está cosiendo para una top model cuando intenta embutir a Patro, la panadera, en un estrecho vestido de seda salvaje, «te queda como un guante» le dice. Llega la noche y las pasarelas de alta costura saltan en mil pedazos cuando ve salir a su Manolo del bar de enfrente, haciendo eses. Corre a esconder la recaudación de hoy. Mañana tendrá que volver a decir que se resbaló y se chocó contra una puerta.
Soñar es gratis y las ilusiones son las que mantienen a las personas, el motor que les mueve. De coser en casa para las vecinas hasta las grandes pasarelas de diseño seguro que hay un larguísimo trecho, pero por algo se empieza y a tu protagonista ganas y habilidad no le faltan. Por desgracia y al mismo tiempo, lo que le faltan son apoyos y le sobran inconveniencias, en forma de un marido borracho y agresivo, la relación más tóxica posible.
Buena historia y bien contada, Esperanza.
Un abrazo y suerte.
Qué relato tan triste. Y mira que se ve al empezar, pero parece que quise soñar a la vez que Flora. 🙁
¡Suerte con él!
Besosss