194. EL BOSQUE, de Pájaro Pinto
Oyó la sentencia.
Mientras los carceleros la llevaban a su celda pensó en el bosque.
El ritual siempre era el mismo. Llegaba al riachuelo y se quitaba el vestido. El agua limpiaba su cuerpo mientras hablaba y jugaba con la corriente. Tumbada en la orilla se secaba con los rayos de sol y luego recolectaba lavanda para frotarse cuello y manos, tomillo y espliego para quemar en el fuego, castañas y moras silvestres para celebrar el encuentro con la vida.
El día se iba entre los árboles, las flores y el sendero que llevaba al claro donde en torno a las llamas bailaba, cantaba y reía dando gracias a las hadas del bosque por tanta riqueza, por tanta belleza puesta en un mismo lugar para ser sentida y amada.
Oyó la sentencia.
Muerte en la hoguera por delito de brujería. Entonces, pidió como último deseo que el verdugo recogiera las cenizas de su cuerpo quemado y las dejara volar por la que siempre había sido su casa. El bosque.