35. … (Mødes)
Mi marido y yo somos una descolorida fotografía.
Descolorida como la habitación del hijo que nunca tuvimos.
Y ahora, en nuestro monótono mundo, sólo habita el silencio.
Comemos callados. Él mira la televisión con desgana. Yo pienso en los febriles ojos de Carlos, mientras me hacía el amor y me llenaba de vida.
Pero, desde hace días, mi móvil permanece mudo.
No dejará a su mujer.
Y en mi mente vuelve a estallar, como un haluro de plata, la diapositiva del Predictor teñido de rosa.
Me levanto sin decir nada y recojo los platos con restos de sopa.
Una sopa de letras.
Y, conteniendo mi llanto, soy incapaz de formar ni una sola palabra.
El adjetivo «incómodo» aplicado a un silencio convierte los minutos en eternos; la situación más simple y cotidiana, en embarazosa, será por eso que hablamos (por no callar) del tiempo en el ascensor. En ocasiones el silencio es una bendición buscada, pero cuando refleja el vacío entre dos personas que todo lo comparten, pero nada tienen que contarse, debe de ser una tortura, que tú describes muy bien, según tu estilo, con pocas palabras, una forma de narrar que bordas y que en este caso el relato requería más que nunca, comenzado por el título, que nada dice y lo cuenta todo.
Quizá ese embarazo con paternidad ajena suponga el cambio que necesitaba esa pareja, pese a todo. Para ello, primero tendría que salir alguna palabra de los labios de esa mujer, pero el llanto mezcla las letras, como en esa sopa que tan bien has traído a escena.
Un abrazo y suerte, Modes
Modes, conviertes ese rosa, un color tan tierno, en un ladrón que roba las palabras de la mujer ya descolorida en la fotografía, que además tiñe de negro el futuro, ya poblado de silencios en la sinfonía vital de tus protagonistas. Muy visual, muy fotográfico.
Mucha suerte, un beso.
Me ha gustado tu relato, Modes. Yo imagino que ella ya sabía de antes que Carlos no le podía dar nada más, pero me da la impresión de que a pesar de todo, le valió la pena. Lo bueno es que con un niño luego ya no hay silencio. Ya nos contarás cómo les fue 🙂
Me encanta tu relato.
Abrazos marinos.
Vaya, cómo se lían las cosas. Si es que los seres humanos tenemos esa habilidad especial para tener siempre algún problemilla a mano. Ruido mental, lo llaman.
Muy bueno Modes. Un abrazo.
Descolorida, y bastante agrietada… Una instantánea bien triste. Saludos.
Qué bonito y qué triste. Me ha encantado, cuánta sensibilidad.
Un abrazo fuerte.