03.Melocentrismo
Madre tenía el don familiar, pero tampoco le garantizó la felicidad.
A mí me surgió un atardecer, hablando con Marta: vi emanar de su cabeza todo lo que pensaba. Las frases se formaban en el aire y las letras terminaban desmoronándose como arañitas negras. Así descubrí que se había acostado con mi novio. Desde entonces pude leer los secretos e intenciones de cualquier persona.
Hasta que conocí a Mateo. Él no tenía voces en la cabeza. Sus pensamientos eran imágenes con banda sonora y alfombraban su alrededor con fusas y semicorcheas que se adherían a su ropa como caracolillos exangües. Me subyugó.
Necesité aprender solfeo para descifrarle. Me enamoré de sus incógnitas y su capacidad de confundirme. Sus estados de ánimo no siempre armonizaban con las melodías de su mente. Nunca sabía si el estribillo absurdo que le brotaba generaba la expresión tierna de sus ojos, o si el vals alegre que resonaba en su cerebro estaba relacionado con su ceño fruncido. Expuesta al engaño, pero encantada, me dejé embelesar.
Cuando comprendí que su música interior era una terrible trampa, fue demasiado tarde: ya estaba enredada en un pentagrama sin clave de sol del que solo colgaba su enorme MI.
Como homenaje a la música, y como forma de comentario alternativo, quiero compartir con vosotros una canción que esté relacionada con algún aspecto de vuestros relatos. Espero que te guste la que he elegido para el tuyo.
REM – Losing my religion
https://youtu.be/xwtdhWltSIg
I thought that I heard you sing … Jo, muchas gracias Rafa, ¡que idea tan bonita! Si, me gusta y me trae recuerdos… ¡Vaya trabajazo te has buscado! Un beso enorme,inmenso, como tú 🙂
Historia del fatal encuentro con un egomelómano ante el que el don familiar de leer los pensamientos se pierde en el laberinto de un pentagrama tramposo.
Magnífico relato con el sello de nuestra meiga de cabecera.
Suerte y un abrazo.
Maestro, un honor. Hay cerebros y cerebros, hay telépatas, melópatas y escritópatas. Muchíaimas gracias. Un abrazo grande.
Ni siquiera las personas dotadas de un don singular, capaces de apreciar lo que nadie puede ver, son capaces de controlar su propio corazón cuando se desboca. El problema de las relaciones viene cuando no son del todo correspondidas. Ese «Mi» de la otra parte, por muy musical que sea, no deja de albergar un enorme egoísmo, incompatible con desear lo mejor a otra persona, opuesto, en el fondo, con el amor, que por definición es todo lo contrario, desprendido.
Una historia intimista, entre fantasía y realidad, con un lenguaje que roza la lírica y se emparenta con la música, que, por seguir con las esdrújulas, no me resisto a decir que lo ha compuesto una escritora fantástica.
Un abrazo y suerte, Eva
Yo soy fan de las esdrújulas. Siempre tan acertado EdH20. Que tendencia tenemos siempre a dejarnos atrapar por lo más oscuro, a sentir atracción por lo más difícil, lo más prohibido, lo que más nos pone a prueba. Con lo fácil que sería quedarse siempre en lo sencillo. Muchas gracias Ángel. Un abrazo.
Subyugada por lo singular y los cantos de sirena, acaba arrastrada a un mar de infelicidad y egocentrismo. Genial relato, Eva. Un abrazo veraniego y suerte.
Me alegra que te guste Salvador. Los cantos de sirena y de sireno son peligrosos, si. Un abrazo.
Muy original tu retrato de un hombre egoista.
Has jugado muy bien con la notas. Te felicito.
Un abrazo y feliz tarde.
Gracias Mercedes. Un abrazo.
Me su-per-en-can-ta. Maravilloso y musical. No creo que necesites suerte.
¡Felicidades por él!
¡¡¡Jooo gracias Nuri!! La suerte siempre es necesaria. Un beso aséptico pero enorme!!
Acabo de aterrizar en ENTC y este micro suena a música celestial. Sublime. Enhorabuena ¡Ah! Y otro 10 para los «arreglos musicales», muy acertados.
Pues feliz aterrizaje y mil gracias por tu comentario. Un placer ‘conocerte’ y que te guste. Abrazos.
Engancha la frescura y originalidad de tu texto, Eva. Me ha gustado su comienzo, enganchado su desarrollo y encantado su final.
Enhorabuena.
Un saludo.
A mi me encanta que te haya encantado Antonio. Muchísimas gracias por tus palabras, un pellizquito de ánimo nunca viene mal. Un abrazo.