04. OCTABAJO
Se había quedado dormido con los sonidos que más amaba en el mundo. Los lamentos agudos del violín, las nostálgicas cadencias de la viola y los profundos tonos del violoncello. Hasta el bronco contrabajo, marcando toscamente los ‘tempos’, le gustaba.
La pequeña orquesta parecía ir alejándose mientras el sueño se apoderaba, lentamente, de su cerebro. Hasta que, al fin, se hizo el silencio.
Cuando se despertó y, aterido de frío dentro de su raída manta, echó a andar para salir de la abandonada nave que era su hogar, sólo retumbaba en su cabeza el tenebroso y grave sonido del octabajo, ese gigantesco y terrorífico hermano mayor de sus amados instrumentos de cuerda.
Atravesó la incipiente luz del día sin saber si alcanzaría a vivir otra noche tan bella.
Como homenaje a la música, y como forma de comentario alternativo, quiero compartir con vosotros una canción que esté relacionada con algún aspecto de vuestros relatos. Espero que te guste la que he elegido para el tuyo.
PATTI SMITH GROUP – Because the night
https://youtu.be/c_BcivBprM0
¡Qué grande, Rafa! Muchas gracias por tan original regalo. Y la canción le va genial. Un abrazo, guapo.
Toda persona debería tener derecho a una vivienda digna. Una manta raída y una nave abandonada son elementos asociados a alguien sin hogar.
Por muchas que sean las carencias, los sueños son gratis, hasta ahora al menos. El más placentero de ellos, con una banda sonora acogedora, puede encontrarse, al despertar a la realidad, con un único sonido: el del instrumento de cuerda capaz de emitir la nota más grave, seria y quejumbrosa, un toque que recuerda que los problemas, el duro día a día, se mantiene. Ni siquiera le queda a tu protagonista el consuelo de volver a revivir algo parecido, sabe que el subconsciente es caprichoso e ingobernable.
Un relato sobre la dictadura que puede ejercer la necesidad, con una única vía de escape, siempre efímera e incierta, que puede surgir o no al cerrar los ojos.
Un abrazo y suerte, Puri
Graaaaaciaaaas, amigo. Siempre tan certero en tus reflexiones. Y, de nuevo, tienes razón, porque soñar es gratis y aleja el dolor, al menos hasta que el terrible octabajo nos arrastra a la realidad de nuevo. Un abrazo enorme, guapo.