08. ASESINATO EN DO BEMOL
Odiaba la música, odiaba la alegría y, por encima de todo, odiaba a sus alumnos.
“Hay tres cosas que jamás debéis olvidar”, les vociferaba. La música es el mayor veneno que existe, Beethoven era un sordo depravado y como oiga a alguien silbar lo expulso para siempre de la clase.
En secreto, los jóvenes se reunían con otros más mayores en una habitación escondida del colegio donde disfrutaban de las delicias del barroco, del contrapunto, de la ópera, cantatas y sinfonías.
Pero se enteró. Los pilló en plena reunión. Armó la de San Quintín. Los amenazó con el dedo enhiesto, la barba vibrante, gritos estentóreos.
Huyeron todos. Se quedó solo vociferando.
De pronto, de las partituras surgieron varios pentagramas que cerraron puerta y ventanas. Dos claves de sol se lanzaron sobre su cuello apretándolo. Innumerables corcheas, fusas y semifusas le sujetaron brazos y piernas, tumbándolo. Los silencios le taparon los ojos mientras un par de compases tres por cuatro y varios sostenidos le cortaban la respiración.
Cuando el do bemol se introdujo por su boca y rasgó sus cuerdas vocales surgió un fino alarido precursor de su último estertor.
Las Cuatro Estaciones de Vivaldi envolvían la definitiva escena.
Como homenaje a la música, y como forma de comentario alternativo, quiero compartir con vosotros una canción que esté relacionada con algún aspecto de vuestros relatos. Espero que te guste la que he elegido para el tuyo.
PINK FLOYD – Another brick in the wall
https://youtu.be/5IpYOF4Hi6Q
Magnífica selección, Rafa, mil gracias. Mozart y Pink Floyd son mi cumbre musical.
Me gusta la partitura de este micro. Música asesina. ¡Suerte!