83. EL PINO, de Tierra
Este árbol inmenso, allí, apostado en el camino, guarda secretos inalcanzables para nuestra razón. Sus raíces, apoyadas en la tierra, y como símbolo perfecto de pertenencia, asombran por sus formas extrañas y la fuerza que mágicamente emana este fruto de la vida.
Desde su tronco, brotan de este cuerpo unas especies de deformaciones, como tumores, que el propio elemental fue desarrollando para defenderse de las agresiones en su larga existencia.
Mas allá, una rama totalmente seca, muerta, recuerdo de una noche de tormenta y un rayo que fue a parar justo allí, en ese espacio aparentemente sin vida, pero que es ahora la morada feliz de aquel pájaro carpintero.
En un rincón, en medio de su gran cuerpo, hay como una herida nueva, falta parte de corteza y desde una gota casi ínfima de su savia pegajosa y amarilla, el pino derrama una lágrima de dolor.
Cuanta vida ha pasado aquí!
Solo me atrevo a abrazarlo en silencio, con el alma quieta y ansiando oír alguna vez, aunque sea en sueños, la arritmia de sus hojas penetrando en mi ser.