02. Turno de noche
No es por echarme flores, pero desde que Él -por medio, por supuesto, de las autoridades competentes- me puso a cargo, el resultado es impecable. Tan pronto como cae el sol y el último lugareño cierra el ojo, recojo con mimo las basuras, las farolas, las hojas caídas. Luego sigo con los árboles, los bancos y las rayas que separan los carriles. Incluso, excediéndome en mis funciones, clasifico y archivo por orden cada adoquín. Mientras todos duermen, admiro bajo la luz de la luna el vacío perfecto y sueño con mi futura promoción. Diseñador de constelaciones, o tal vez pastor de nubes. Me entretengo poco, eso sí. Si me descuido y me alcanzan los primeros rayos de sol, ya tengo al primero de turno asomado a la ventana, farfullando entre legañas que es tan temprano que no han puesto ni las calles.
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Las noches son ese espacio recóndito en el que parece que no puede suceder nada, una tregua falta de interés, previa a otra jornada de actividad, cuando en realidad ocurren muchas cosas, envueltas bajo un cierto halo de misterio, además.
Muchas personas trabajan durante ese turno, para que al día siguiente todo funcione como debe, más de las que a veces se supone (en mi caso puedo hablar de ello con cierto conocimiento de causa).
En el caso de las calles, alguien tiene que ponerlas en estado de revista. El problema viene con los muy madrugadores, que a veces se encuentran con ese trabajo fundamental todavía a medio hacer.
Un relato muy simpático, en el que la realidad y la fantasía se unen de forma armoniosa a partir de una frase coloquial, que gracias a tu revelación vemos que tiene algo de leyenda urbana y, como buena leyenda, encierra visos de verdad.
Un saludo y suerte, Esther
Hola, Esther.
Me parece que lo cuentas todo en ese «Él» y también en ese sueño de promoción a «Diseñador de constelaciones o pastor de nubes». Me gusta el recurso de sugerir en lugar, simple y llanamente, contar.
Un abrazo y mucha suerte con este «Turno de noche».
¡Qué bonito! Suerte.
Hola, Esther
No es por echarte flores pero es un texto perfectamente hilado para terminar con la frase que todos conocemos pero no esperábamos. Muy bien.
Me ha encantado ese «pastor de nubes».
Abrazos
Felicidades Esther
Nuevamente das en la tecla y nos dejas una genial historia.
Un abrazo
Alguien tenía que hacerlo, y solo Él podía decir quién, claro está. Muy original y divertido. ¡Mucha suerte, Esther!