26. PRESENTES, de Muérdago
Siéntate, sólo escucha. Hay un rumor atávico de hojas agitadas, un susurro de agua nueva que fluye serena.
No abras los ojos, aspira. El aroma húmedo de la tierra antigua, los acres vapores de la hojarasca mullida, las flores.
Mira, desde tu luz el rocío escarchado de la noche, la vibrante telaraña entre las ramas, los nidos trabajados con esmero.
Acerca a tus labios la dulce mora, el esbelto hinojo, el berro humilde.
Camina sin agobio sobre la alfombra verde y ocre de los prados.
Todo es tuyo y tú de ello. Y haz sólo una cosa: Ámalo.