15. TRANSFERENCIAS
La contemplación de una bandada de estorninos atravesando el parque supuso la inspiración. Se le ocurrió mostrar una perspectiva simbiótica entre paisajes urbanos y distintos tipos de aves que habían hecho de la ciudad su hábitat natural.
Todo empezó a sucederle con la primera fotografía: una tórtola turca posada sobre el luminoso de un pub. Se pasó la noche escuchándose respirar entre sueños “cucu-cu”. Le siguió la del gorrión haciendo equilibrismo sobre un cable que colgaba entre dos bloques de edificios al principio de la avenida central. Al día siguiente, amaneció con una especie de corbata negra tatuada en el cuello. Con la del mirlo atravesando el quiosco de música se le afilaron y enrojecieron los labios. Pero la alarma definitiva saltó con la de la paloma despegando desde la fuente. Descubrió, mientras se duchaba, que empezaban a crecerle algunas plumas blancas. Se asustó tanto que resolvió abandonar.
Poco tiempo después, no supo resistirse a la imagen poética de un grupo de vencejos comunes acariciando el aire por encima de las azoteas. Desde entonces, no ha parado de volar.
¿Quién dijo que si el hombre hubiera nacido para volar habría tenido alas?. Que miles de aparatos voluminosos y de gran tonelaje surquen los cielos a enorme velocidad es uno de los mayores símbolos del avance humano. Imaginar buenas historias y saber contarlas supone un progreso igual o mayor, porque en ellas cabe todo.
Un relato sobre el mayor símbolo de la libertad que es volar sin ataduras. Fantásticas esas «transferencias» entre las aves y tu humano protagonista. Seguro que a algunos no nos importaría que nos traspasaran también las cualidades de algunos animales, como las de un minino, juguetón por naturaleza y, puestos a pedir, al que no le faltase el sustento y las caricias.
Un abrazo y suerte, tocayo
Hola, Ángel.
Muchas gracias por tus reflexiones, como siempre tan acertadas.
Deseo que todo os vaya bien y te mando un afectuoso saludo, estimado tocayo.
Preciosa y poética metamorfosis, Ángel. Creas expectativas desde el principio, capturas al lector y ya no lo dejas hasta el final. Y consigues que nos pongamos en la piel del protagonista y transmitir el significado de que la inspiración y la naturaleza no tienen límites. Ese es su poder. Enhorabuena.
Un abrazo y mucha suerte.
Hola, Josep María.
Perdona por el retraso en responderte.
Decirte que me lo he pasado fenomenal escribiendo este relato. Averiguar características de las aves para transferirlas al personaje humano ha sido muy interesante. Por ejemplo, el vencejo común es un ave adaptada a la vida en el aire y vive casi todo el tiempo en vuelo, menos cuando baja para reproducirse y criar.
Gracias por tu generoso comentario. Recibe un cálido saludo.
Hola, BARCELÓ. Decirte que estas transferencias tuyas me han encantado es quedarme corta; me agrada sobre todo el hecho de que ambos compartimos tema, pues hace ya unos años, en este mismo blog, escribí sobre un barman que se iba transformando en flamenco, así que la coincidencia me ha parecido de lo más grata…
Es así el tema de las fotos, especialmente si las sacamos nosotros: es inevitable sentirse fundido, fusionado con lo que el ojo ha visto y el obturador ha captado, y a éste, tu personaje, le sucede a tal punto que termina transformándose y volando con/en todos esos pájaron que ha fotografiado…
Qué bueno que apareciera la casilla de comentarios nuevamente; desde ayer que te quiero escribir y no podía…
Cariños,
Mariángeles
Hola, Mariángeles. Buscaré ese relato.
He tenido muy poco tiempo y problemas con la edición, por eso no podías comentar. Lo siento. Agradezco un montón tus palabras. A ver si durante el fin de semana tengo un momento para leer y comentar tranquilamente. De momento, he sacado un minuto para contestar a tu amable comentario. Me parece obligado, además de tener el placer de volver a intercambiar unas palabras contigo.
Cariños para ti también y mis mejores deseos.
Me encantan los vencejos, Apus apus , sin patas (o sin que le sirvan de mucho para apoyarlas) y por eso lo hacen todo en el aire… qué bien, de vez en cuando me gustaría a mi estar así, sin pies en el suelo, porque aunque se suele utilizar ese dicho «tiene los pies en la tierra» como sinónimo de algo muy bueno, pienso que también está muy bien eso de despegarse y dejarse llevar por el viento.
Muy original tu relato, como siempre. Se me había olvidado que ya era hora de cambiar de tema, aquí en ENTC, pero creo que llego a buena hora aún.
Feliz noche, Barceló.
Hola. Mercedes.
Como siempre, agradezco mucho tu lectura y tu comentario.
Me apetecía «echar a volar» la imaginación. Creo que para obtener un buen equilibrio hace falta una combinación de las dos cosas que planteas: tener los pies en la tierra cuando hace falta y darse un paseo por las nubes de vez en cuando.
Un abrazo.
Hola, ya arreglé la palabrita en tu comentario. Así que, he eliminado el otro en el que me avisabas. Todo perfecto, siempre. Un abrazo y feliz tarde.
Preciosa metamorfosis que permite a tu protagonista ver hecho realidad uno de los sueños más ansiados por el hombre, ¡volar!. Una historia muy original, Barceló. Un abrazo. Gloria Arcos
Hola, Gloria.
Agradezco mucho tu comentario. Te pido disculpas por no haber podido responderte antes. Diversos motivos me impiden visitar este querido blog tanto como me gustaría hacerlo.
Deseo que estés pasando unas felicísimas Navidades y ojalá que el año que viene te ofrezca a ti, como este relato a mi protagonista, la oportunidad de volar en el sentido que tú quieras darle a ese verbo.
Un cálido saludo.