16. Matemáticas aplicadas (Miguel Ibáñez)
Como ya nunca estabas en mis sueños, me obsesioné con la idea de que ni siquiera mi subconsciente pudiera traerte a mí. Por eso me propuse rescatar mi vieja ambición de calcular el olvido. Valoré previamente una serie de indicadores cuantificables, a saber: nuestros secretos, tu sonrisa, el olor de tu pelo, el sonido de tus pies descalzos mientras corrías muerta de frío hacia la cama, todos los ángulos que forman los lunares de tu espalda, y algunos más, no tengo los papales delante ahora. Una vez registradas estas variables obtuve un valor “Z”, que después multipliqué por el tiempo pasado sin ti.
La parte más complicada fue, por lo incomodo, la instalación de un holter cerebral que monitorizó durante días mi actividad pensante, filtrando en los que tú apareciste, y arrojando otro valor que llamé “V”, y que, a su vez, dividí con el resultante del número anterior. Z x T (tiempo): V.
Todo esto dio un área circular e inestable, dentro de la cual, estoy seguro, habita la: “secuencia general del no recuerdo”, un espacio indescifrable que dibuja, como una estrella lejana que se muere en silencio, la tristeza inabarcable de no pensarnos más.
Si los científicos son capaces de decir que algo que nadie vio ha sucedido, y de cuantificarlo en millones de años, como el big-ban o los dinosaurios, por qué no medir los recuerdos placenteros, más el tiempo de separación que los vuelve dolorosos. El placer y el pesar están inevitablemente unidos. Si la fórmula logra que tu protagonista comience a admitir lo inevitable, a contar hacia adelante sin que el pasado le interfiera, benditas matemáticas entonces.
No hace falta ser de ciencias para darse cuenta de la originalidad de esta historia, en fondo y en forma.
Un abrazo grande, suerte y a empezar bien el año, Miguel
Nunca pensé que encontraría a alguien que supiera calcular los sentimientos tan bien. Gracias por compartirtlo y mucha suerte.
Miguel Antonio Ibáñez Hidalgo o la cuadratura del círculo, metáforas al cuadrado, aliteraciones que tienden al infinito, pleonasmos en fracciones y el máximo común divisor del arte aplicado al microrrelato. 10 en mates.👏👏👏
Hace poco escuché a alguien decir que una de las particularidades de las matemáticas es que serían las mismas en cualquier lugar del universo. Ahora veo que también son aplicables al ámbito de los sentimientos. Para que luego digan que los números son fríos. Tampoco lo son tus letras nunca, por más que llenen de frescura nuestro mundo literario. Mucha suerte con este relato tan bien formulado. Un abrazo, Mike.
He cometido el error de leer los comentarios anteriores antes de hacer el mío y he concluido que es imposible que pueda decirte nada mejor ni semejante a lo que te han dicho ya. Me sumo a lo expuesto.
Una obra de arte. Has abierto tu pecho y has sabido escoger las frases exactas para que sintamos lo mismo que tu protagonista.
Nunca fueron más bellas las matemáticas contadas con unas sublimes letras.
Saludos, Mike. No tienes techo.