Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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77. La Vieja Casona

 

Todavía olía a guisos de la abuela y mi cabeza, acompasando el ritmo del viejo reloj de péndulo que colgaba en la pared, se movía; mientras mi tía canturreaba coplas trajinando en las faenas de la casa.
Los años hicieron estragos. El silencio se apoderó del interior y, como una sombra oscura, ocupaba rincones de telarañas dejando huellas misteriosas de humedad en el papel victoriano de la entrada.
Yo no quería ver la decadencia. Permanecía aferrada al pasado y a los inolvidables festejos, en los que, la familia nos sentábamos a comer, bajo el parral, en una larga mesa de madera.
La abuela solía cocinar: Ensaladilla y cordero asado, amén de dulces tradicionales. Sabores que aún bailan en mi paladar.
Todos pretendíamos que aquellas jornadas resultasen inolvidables y, para ello, nos esforzábamos en ofrecer nuestros mejores humores.
Lamentablemente, la Casona se cerró. No fui capaz de volver a pasar por delante de la puerta. Daba mil rodeos para evitar la calle. Sentía demasiado dolor.
Transité, envuelta en horas de tristeza. Me parecía imposible que la venta pudiese afectarme tanto. El cordón que nos unía seguía intacto pero… Ella tenía otro dueño y yo me sentía desamparada.

 

5 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Los lugares en los que hemos pasado buena parte de nuestra vida, más si los asociamos con buenos recuerdos, forman parte de nosotros, no son solo paredes y objetos pasajeros. Quisiéramos que la vida no nos arrebatase algunas épocas, pero nada se detiene, todo está en continua transformación y no siempre para bien. La decadencia de la casa que evoca la protagonista va pareja otros muchos cambios a los que le ha costado adaptarse. Somos humanos y ese sentimiento de nostalgia que refleja este relato, alegría por lo vivido y dolor por lo perdido, es lógico y fruto de una sensibilidad, no muy compatible con lo práctico, pero también entrañable.
    Un saludo y suerte, Carmen

  2. Hay veces que la casa se convierte en nuestra segunda piel y separarnos de ella es una mutilación, como si nos desollaran y quedáramos desnudos a merced de los rigores que nos envuelven.
    Suerte Carmen!!
    Bssss!!

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