111. La invitación
Con sus siete años ya conocía la sensación de perdida, el vacío tan inmenso que deja, mi hijo me mira con melancolía y me hace entrega de una invitación de cumpleaños esperada como en años anteriores. Al abrirla leo un nombre bonito que recuerdo que siempre iba acompañado de otro nombre igual de bonito, aunque esta vez lógicamente no estaba impreso, no estaban los dos juntos, aún así lo vislumbré y lo sentí ahí.
Sonrío, asiento con la cabeza. Él se va tranquilo a su cuarto.
Mi mente da un paseo por el pasado no tan lejano. Todo un grupo de niños juntos, descubriendo la vida. Ahí estas con tus sonrisas y tus bromas, con tu tez blanca por el cansancio, con tus lagrimas por no poder, tu cabellera al cero compitiendo con tus ganas por vivir. A pesar de este trayecto estabas contento, un valiente que burla a la guadaña que se paseaba a su lado, robándole días para compartir con los demás.
Este año no estarás presente, pero no te equivoques, estarás en cada uno de nosotros, en cada trocito de corazón que has conquistado…, siempre permanecerás con tus pequeños _ grandes amigos, en tu barrio, con tu gente…