96. RUIDO DE BALAS (Isabel Forteza Castaño)
El brillo de la luna se refleja en la piel morena de sus cuerpos sudorosos, fundidos en un torbellino de lodo y pasión, tras el cañaveral que crece a la margen del río.
Del odio de sus linajes enfrentados brotó su amor prohibido, sin imaginarlo, sin comprenderlo, sin buscarlo, con solo cruzarse la profunda negrura de sus ojos.
El eco de la infamia discurre por la vereda hasta el poblado de chabolas. Allí, al fuego de la hoguera, la ira prende bajo la barba crecida y cana. Por la deshonra de su niña gitana, el patriarca clama venganza. Pistola en mano, sus pesadas botas tronchan las cañas, los sueños de los amantes y su desnudez devastada.
El amor y la pasión no entienden de cortapisas, recelos, razas ni distinciones. Es una chispa que prende, una magia hecha fuego. Nadie debería interferir cuando se produce un milagro que arrasa como torrente irrefrenable con todas las convenciones, pero éstas son machaconas. Los prejuicios solapan toda comprensión y no quieren entender de una felicidad que escapa de unos fríos márgenes sociales, de tradicionales mal entendidas. Una muchacha muere a manos de su padre junto con el joven que la complementa. Al menos, durante unos instantes, han conocido el paraíso.
Las historias no siempre terminan bien, pero con Shakespeare ya aprendimos que los dramas también tienen belleza, es el caso de este conflicto de fatal desenlace, narrado con intensidad.
Un abrazo, Isabel. Suerte