75. Zombis
“¡Han llegado los muertos! ¡Han llegado los muertos!” Gritan alborozados los chiquillos señalando al antiguo cementerio bajo el pantano. Las fanfarrias y los tambores multiplican la buena nueva y desde las aldeas vecinas acuden voluntarios para el intercambio. Todos los años esperamos con alegría el regreso de los seres queridos y la pena por los que eligen marchar tampoco es tanta, pues sabemos que volverán al siguiente año. Por eso nosotros no tememos a la muerte, salvo cuando la suerte es esquiva y el finado no consigue revivir del todo y, en consecuencia, tampoco uno se muere como es debido. Entonces ambos vagamos por las calles como almas en pena durante todo el año, atemorizando a los viandantes, algo que cada vez es más frecuente. Dicen que es por cosas del clima, como no cuidamos el planeta, el pantano se seca y los muertos se marchitan y no resucitan bien. Pero no hacemos nada por remediarlo. Debería darnos vergüenza, pobres muertos.
Unos personajes pavorosos, como son los muertos vivientes, pueden ser amigables e, incluso, la prueba palpable de que tras la muerte no termina todo, el mayor de nuestros temores, del que, incluso, evitamos hablar. Sin embargo, nuestro descuido con el planeta afecta a todo y a todos, también a los seres de ultratumba.
Un relato en el que se conjuga el terror, la esperanza y el mensaje ecológico en una original combinación.
Un abrazo y suerte, Javier
Fabuloso tocayo!!
Felicidades
Un fuerte abrazo
Cierto Javier, al ritmo que vamos al final no habrá ni zombis en buenas condiciones.
Me ha gustado,muy ingenioso!
Abrazos