56. Efecto bumerán (Pilar Alejos)
Suena el despertador. Aunque mi cuerpo se niega a ponerse en pie, me levanto un día más. A pesar del calor, llevo ropa amplia, de manga larga. Prefiero eludir preguntas incómodas que no deseo contestar. Me despido de mi madre con un beso, como siempre. No la quiero preocupar. Salgo a la calle arrastrando los pasos. Cuando llego al colegio, el corazón se acelera, me falta el aliento, la frente, empapada de sudor y las piernas empiezan a temblar al traspasar la puerta. Allí están ellos, esperándome a la entrada, intimidándome. Sus miradas de odio anticipan lo que me espera. Sé que me lloverán los golpes, los insultos y las amenazas, que amordazan para que no hable. Aun así, mi intención es ignorarles y pasar desapercibido. Intento escabullirme aprovechando el bullicio de los demás, pero no tengo ninguna posibilidad de escapatoria. Me persiguen por los pasillos hasta lograr acorralarme en el baño.
Sin embargo, desconocen que hoy el miedo cambiará de bando. Sus caras desencajadas por un gesto amenazante adquieren una mueca de sorpresa cuando mis balas tiñen de cólera su silencio.
Muchas veces nos preguntamos qué será lo que conduce a alguien a realizar un tiroteo indiscriminado en algún lugar público, un colegio, como es el caso. Para todo existe siempre un motivo.
Hasta las dos últimas líneas podíamos comprender a tu protagonista, hacernos cargo de su difícil situación, pero ni incluso bajo una injusta presión como la suya está justificado lo que luego hizo.
Un relato en el que una inercia malsana se ve interrumpida por una sorpresa; si la primera era terrible, la segunda no lo es menos. Una historia que no es muy diferente a la que se ha producido demasiadas veces, en especial en lugares donde el acceso a las armas de fuego es demasiado sencillo.
Un abrazo y suerte, pilar.
Cuando a una víctima se la acorrala hasta el extremo de que se sienta amenazada y sin salida, puede producirse el efecto bumerán y sorprender a todos convirtiéndose en verdugo. Aunque nada lo justifique, actúa en defensa propia para sobrevivir.
Muchísimas gracias, Ángel.
Besos apretados.
Buena vuelta de tuerca Pilar. Inesperado final. Suerte guapa!!
Besicos muchos.
Me alegra saber que te he sorprendido, Nani.
Mil gracias por pasar y comentar.
Besos apretados.
Ay, Pilar, qué dureza tanto lo que recibe como lo que da el protagonista al final del relato. Tan triste y tan real que cuando lo vemos por la tele nos parece cosa de película…Un abrazo fuerte y mucha suerte.
El protagonista huye del conflicto, pero no le dejan escapatoria. Es como una fiera acorralada que se defiende a la desesperada, aunque nunca es justificable un acto así.
Muchísimas gracias, Aurora.
Besos apretados.
Nada justifica la violencia, aunque entendamos las razones que llevan al personaje a protagonizar una matanza, su sufrimiento por el acoso del que es víctima. A los acosadores se les devuelve el bumerán con creces.
Muy bien contado y muy buen micro, Pilar.
Besos.
Aunque huye del conflicto, cuando se ve acorralado, pierde el control y se defiende. El acoso cruel recibe una respuesta bumerán inesperada, totalmente inaceptable. No tiene justificación, pero el acosado es como una fiera acorralada.
Muchísimas gracias, Carmen, por tus palabras.
Besos apretados.